(Continuación) Como ya se imagina, para los miles de muertos producidos por estas epidemias -este virus mataría en un solo año a unas 12 000 personas en la ciudad, un tercio de la población- se habilitaron cementerios en plazas y descampados cercanos a los templos.
Unos enterramientos comunitarios de cadáveres, conocidos
como carneros, donde eran apilados lo más pronto posible para evitar que
la enfermedad se propagara a través del aire.
Y uno de ellos se ubicó detrás de la iglesia de San
Vicente en lo que primero se llamó plaza Chica de San Vicente, en 1649 Cementerio
de San Vicente, en 1870 Cincinato, en 1875 Gunderico, y a partir del año 1900
se llamó Plaza Doña Teresa Enrique hasta nuestros días.
Ubicada en el
barrio de San Vicente del distrito de Casco Antiguo CP 41002 en ella se colocó una
cruz para dejar constancia de este hecho y en recuerdo de sus víctimas.
Cruz del
Gran Catarro. Original
Estaba realizada en piedra blanca, mármol, presentando una Piedad por la cara que daba al Oeste y un Crucificado por la que daba al Este y se colocó una vez que la enfermedad hubo remitido; en su base se grabó en latín: “Solamente a Dios. 1582. He aquí la Cruz del Señor. Huid demonios”.
Es la misma cruz en la que, décadas después, a sus pies se
situaría una lápida de mármol recordando otra epidemia, más grave y trágica aún
que el Gran Catarro, y que se llevó a la mitad de los sevillanos, la peste
bubónica de 1649.
Casi dos siglos después, y por razones que no hacen al
caso ahora, a inicios de los años cuarenta del siglo XIX, la cruz junto con
otras de la ciudad fue retirada, desapareciendo muchas de ellas, aunque
afortunadamente ésta se trasladó al interior del templo. De este modo el viejo
crucero del siglo XVI, quizás uno de los más antiguos de Sevilla, quedó a salvo
de las inclemencias del tiempo y los vándalos.
Como recordará de los tiempos bachilleres, desde el punto de vista geológico el mármol es una roca metamórfica compacta, formada a partir de rocas calizas que alcanzan un alto grado de cristalización al haber estado sometidas a elevados valores de temperatura y presión; una roca en cuya composición química destaca el carbonato de calcio, CaCO3, con más del 90 % de su contenido.
Cruz del
Gran Catarro. Réplica
También, siglo y medio después, vuelvo a la cruz, en 1982
se colocó una réplica hecha en resina, es la que podemos ver en la
actualidad, de modo que la sensibilidad nos volvió a visitar en el siglo XX en
forma de cruz.
Por simetría divulgativa con la original le dejo una
pincelada química sobre el material de la réplica, la resina. Como
seguro sabe se trata de una secreción orgánica que producen muchas plantas, en
especial los árboles coníferos, que les sirve de recubrimiento natural para defenderse
de insectos y organismos patógenos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 22
de abril de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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