Del pintor milanés Giuseppe Arcimboldo (1527-1593) -un vanguardista del siglo XVI precursor del surrealismo en la corte de los reyes de Hungría y Bohemia, y los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico- recordar tan solo que fue conocido y reconocido en su época sobre todo por sus representaciones manieristas del rostro humano.
Utilizaba para ello
plantas, objetos, flores, animales o frutas que colocaba de forma que el
conjunto guardara una razonable y reconocible semejanza con el sujeto motivo
del retrato; básicamente se trata de un proceso en la línea del anaformismo
y la pareidolia que fue conocido como “cabezas compuestas”.
Una técnica y un tópico
pictóricos de carácter paródico, simbólico y extraño que serían particulares
del pintor; entre sus obras, por meros y oportunistas intereses, le voy a
hablar de las Cuatro estaciones.
En italiano, Quattro stagioni, es una serie de cuatro cuadros, pintados entre 1563 y 1573 como alegorías de esos periodos, en los que cada uno es un retrato de perfil, compuesto por diferentes objetos que recuerdan simbólicamente a la estación correspondiente y con semejanza humana.
Fueron ofrecidos al
emperador Maximiliano II de Habsburgo e iban acompañados de un poema del
poeta y humanista milanés Giovanni Battista Fonteo (1546-1580), que
explicaba su sentido alegórico. Una maravilla desde luego.
Que parece ser gustaron
mucho al mecenas y prueba de ello es que le encargó al propio artista varias
copias más para regalar; por lo que tengo leído, de las originales, sólo nos
han llegado verano e invierno, que se conservan en Viena.
En puridad, teste grottesche
Aunque esta serie, junto a otros cuadros, ha fundamentado la fama del italiano, según los exégetas es de justicia poner negro sobre blanco que el conjunto de su obra, dejando al margen las crudités, lo califica en realidad como un pintor de la corte más bien “normalito”.
Y que por supuesto no
fue el inventor de estas “cabezas grotescas”, que ya había trabajado anteriormente
el genial polígrafo italiano Leonardo da Vinci (1452-1519) a partir de otras
obras ya preexistentes. O sea, lo sabido, nihil novum sub sole.
No obstante, no se
pueden obviar un par de circunstancias a su favor: una, estas pinturas las
llevó hasta el paroxismo convertidas en toda una alegoría de los Habsburgo; y
dos, fue un magnífico muestrario de lo que las ciencias, en particular la botánica,
ofrecían en aquel momento. O sea, que. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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