jueves, 22 de agosto de 2024

‘Cuatro estaciones’, de Arcimboldo

Del pintor milanés Giuseppe Arcimboldo (1527-1593) -un vanguardista del siglo XVI precursor del surrealismo en la corte de los reyes de Hungría y Bohemia, y los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico- recordar tan solo que fue conocido y reconocido en su época sobre todo por sus representaciones manieristas del rostro humano.

Utilizaba para ello plantas, objetos, flores, animales o frutas que colocaba de forma que el conjunto guardara una razonable y reconocible semejanza con el sujeto motivo del retrato; básicamente se trata de un proceso en la línea del anaformismo y la pareidolia que fue conocido como “cabezas compuestas”.

Una técnica y un tópico pictóricos de carácter paródico, simbólico y extraño que serían particulares del pintor; entre sus obras, por meros y oportunistas intereses, le voy a hablar de las Cuatro estaciones.

 ‘Cuatro estaciones

En italiano, Quattro stagioni, es una serie de cuatro cuadros, pintados entre 1563 y 1573 como alegorías de esos periodos, en los que cada uno es un retrato de perfil, compuesto por diferentes objetos que recuerdan simbólicamente a la estación correspondiente y con semejanza humana.

Fueron ofrecidos al emperador Maximiliano II de Habsburgo e iban acompañados de un poema del poeta y humanista milanés Giovanni Battista Fonteo (1546-1580), que explicaba su sentido alegórico. Una maravilla desde luego.

Que parece ser gustaron mucho al mecenas y prueba de ello es que le encargó al propio artista varias copias más para regalar; por lo que tengo leído, de las originales, sólo nos han llegado verano e invierno, que se conservan en Viena.

En puridad, teste grottesche

Aunque esta serie, junto a otros cuadros, ha fundamentado la fama del italiano, según los exégetas es de justicia poner negro sobre blanco que el conjunto de su obra, dejando al margen las crudités, lo califica en realidad como un pintor de la corte más bien “normalito”.

Y que por supuesto no fue el inventor de estas “cabezas grotescas”, que ya había trabajado anteriormente el genial polígrafo italiano Leonardo da Vinci (1452-1519) a partir de otras obras ya preexistentes. O sea, lo sabido, nihil novum sub sole.

No obstante, no se pueden obviar un par de circunstancias a su favor: una, estas pinturas las llevó hasta el paroxismo convertidas en toda una alegoría de los Habsburgo; y dos, fue un magnífico muestrario de lo que las ciencias, en particular la botánica, ofrecían en aquel momento. O sea, que. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

 

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