(Continuación) Escojo un cierto orden cronológico para el relato de las mismas, por lo que me veo obligado a empezar por la que quizás sea una de las reliquias más extraordinaria, un suspiro.
El suspiro
de San José
Cuenta la tradición que José, agobiado por no
encontrar sitio en alguna posada y dado el avanzado estado de embarazo en el
que estaba María, se le escapó un profundo y preocupado suspiro mientras
bebía de una botella y donde dicen que éste quedó atrapado.
La misma botella que, supuestamente, un ángel presto recogió
y puso a buen recaudo hasta que pasado un tiempo fue encontrada por unos monjes
que la llevaron a Francia, donde fue venerada durante siglos en una iglesia de
Blois (Francia).
Allí permaneció hasta que la Santa Sede tuvo conocimiento
de su existencia y la reclamó, con el suspiro del esposo de María dentro, para guardarla
en el Sancta Sanctorum de las reliquias vaticanas; ni que decirle tengo que
donde hay patrón no manda marinero y que está terminantemente prohibido abrir
la botella. Por si se escapa el suspiro, imagino.
Piedras del
portal
No son pocos los lugares que aseguran conservar trozos de piedras del mismo portal de Belén, entre ellos la capilla copta del Santo Sepulcro de Jerusalén, y las que en suelo patrio parecen proliferar: en el monasterio de San Juan de la Peña de Santa Cruz de la Serós (Huesca); en la catedral de Mallorca, en uno de cuyos numerosos relicarios se conserva un fragmento de una piedra del pesebre; y en la de Valencia, que conserva una piedra entera del portal.
Por otro lado, en el año 432, el Papa Sixto III
decidió crear en el
interior de la primitiva Basílica de Santa María la Mayor una gruta de la Natividad,
parecida a la de Belén, y que a partir de entonces pasó a denominarse de Santa
María ad praesepem, que en latín significa “pesebre”.
La gruta empezó a hacerse tan famosa que los cruzados y
peregrinos que regresaban de Tierra Santa acudían a ella para ofrecerle las
reliquias que traían, así es como llegaron a la romana Santa María Maggiore
los que eran considerados auténticos fragmentos de madera del famoso pesebre
del Niño Jesús y que hoy, conservados en un relicario, se los conoce como cunabulum,
sagrada cuna o pesebre.
‘Cunabulum’
Sin duda la infancia es la etapa más desconocida de la vida de Jesús, siendo apenas aludida por los evangelistas Mateo y Lucas, en concreto este último quien, refiriéndose a su nacimiento, esboza: "En Belén, María dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre". Lucas 2, 7. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
Crítico, racional y escéptico. Espero que continúe.
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