(Continuación) Y en esas tierras de ultramar, sólo que tres siglos después, tuvo lugar otro eclipse, éste solar, que desempeñó un papel importante, ahora, en la historia de Estados Unidos.
El eclipse de Tecumseh
Uno que tuvo de protagonistas,
del lado nativo, al jefe shawnee Tecumseh (1768-1813), que buscaba aunar en una
confederación a todas las tribus y preservar sus territorios y tradiciones
ancestrales, y que estaba ayudado por su hermano, una especie de brujo y
profeta.
Y del lado del “hombre blanco”, al gobernador del territorio William Henry Harrison (1771-1841) que pretendía persuadirlo para que entregaran las tierras. Por cierto, Harrison con el tiempo llegó a ser el noveno (9.º) presidente de los Estados Unidos (1841), el primero en morir en el cargo y el de más corto mandato presidencial en la historia estadounidense pues solo estuvo un mes, al morir de neumonía.
Entre otras ideas de persuasión, el entonces gobernador empleó quizás la menos afortunada, y a fin de desacreditar la superchería de hermano profeta le sometió a una prueba: si era tan poderoso ¿por qué no hacía que el Sol se oscureciera en el cielo?, pensando con cierta lógica que las probabilidades de que esto ocurriera rondaban el cero por ciento.
Una buena idea pero suerte,
pues no eran del todo del 0%. Sin que me conste la razón, resulta que el
hermano de Tecumseh, que por supuesto no tenía poderes mágicos, sí sabía de astronomía y estaba al
tanto que habría un eclipse
solar el 16 de abril de 1806, de modo que
esperó a ese día y montó el “numerito” del eclipse.
Acompañado de toda la
parafernalia ceremonial señaló al astro y gritó ‘Oscurécete’. Y oiga, tal
cual. Por la historia sabemos que a corto plazo se evitó la guerra pero, a medio
y largo, ésta se reanudó con los resultados que todos sabemos.
‘Un yanqui en la corte del Rey Arturo’
Publicada en 1889, se trata de una de las primeras novelas extensamente leídas sobre los viajes en el tiempo, y en la que la vida de un hombre se salva gracias a un eclipse.
Escrita por el polígrafo
estadounidense conocido como Mark
Twain (1835-1910), nos narra las
aventuras de un tal Hank Morgan, yanqui de Connecticut, que viaja de manera
inexplicada hacia los tiempos del legendario Rey Arturo, donde no tarda en meterse en
problemas hasta el punto de ser condenado a morir quemado en la hoguera. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
Echo en falta el eclipse de 1919
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