Este archiconocido y suspecto fenómeno conocido con semejante expresión entre geométrica y geográfica es muy probable que pase a la historia de las noticias falsas y las seudociencias como uno de los más longevos y creídos de todos los tiempos.
También, que lo haga por ser
uno de los de “efecto guadiánico”, ya sabe, el de reaparecer cada cierto tiempo
en determinadas publicaciones y medios de comunicación, eso sí, con fines
siempre espurios; y por supuesto, por venir avalado en cada aparición de un autoproclamado
investigador-resuelve-misterios (tito tatín, tatín, ta tito tito tin...), con
una nueva y sospechosa hipótesis interpretativa del mismo.
Le decía longevo porque, si
bien no con ese nombre, de los supuestos sucedidos bermudianos tenemos algún
tipo de información desde hace ya algo más de cinco siglos, de la que le traigo
dos, una de finales del XV y otra de comienzos del XVII, y no lo hacen de la
mano de cualquiera.
Colón y Shakespeare
El polifacético Cristóbal Colón (1451-1506) quien, a su paso por esa zona oceánica en su primer viaje hacia lo que sería el nuevo continente, dejó constancia el 8 de octubre de 1492, de ciertas anomalías en el comportamiento de la brújula a la hora de marcar el rumbo, un comportamiento anómalo del que no se sabe nada más.
El almirante también informó en
esta zona de la aparición de una gran llama de fuego, quizás un meteoro, que se
estrelló en el mar una noche, y de una extraña luz que se vio en la distancia
unas semanas más tarde.
Y tras él otros muchos narraron
diferentes sucedidos, naufragios y desapariciones producidas en la zona, con
intentos explicativos de diferentes naturalezas que iban desde la existencia de
monstruos marinos, hasta la acción de fuerzas telúricas pasando, cómo no, por
los omnipresentes ovnis.
Dos siglos después, desde el campo de la literatura y la mano de el Bardo de Avon, es su obra de teatro La tempestad (1611) la que lo pone en el candelabro de nuevo, al menos en opinión de algunos estudiosos, al afirmar que esta obra de William Shakespeare (1564-1616) está basada en un naufragio real que tuvo lugar en las Bermudas.
Primeros informes oficiales
No obstante, salvo estos dos referentes,
los primeros informes oficiales de desapariciones, en lo que se conoce como el
Triángulo de las Bermudas, no comenzaron a aparecer hasta el siglo XIX y en ellos
se notificaba de barcos que: bien fueron abandonados sin motivo aparente, o desaparecieron
sin dejar rastro alguno y ni siquiera emitieron señales de socorro. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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