[Esta entrada apareció publicada el 28 de julio de 2023, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
(Continuación) O bien dicho, no de la estupidez humana sino de la estupidez pues sólo los humanos hemos demostrado ser animales estúpidos. De la falta de confianza de los cobardes le hablaba la semana pasada y de la beocia le escribo ahora, por el uso que algunos hacen del término infinito unido a la idea de llegar más allá, ¿se da cuenta del oxímoron?
Hablamos de un
concepto, el de infinito, que aparece en distintas ramas del saber (matemática,
filosofía o astronomía) haciendo siempre y sin ambigüedad referencia a una
cantidad sin límite, a algo sin final, una idea por tanto contrapuesta y
excluyente al de finitud.
Si nunca se acaba de llegar a él, nunca podremos dar el paso de ir más allá, o sea que a todas luces es una estulticia que, no obstante y aquí lo preocupante, podría decir con toda seriedad, un tonto a las tres que gozara de pretendidas y pretensiosas inquietudes intelectuales, y quedarse además tan pancho. “Hasta el infinito y más allá”.
Ya que estamos, del
término infinito me gustaría comentarles un par de quisicosas. Una. Fue el
matemático inglés John Wallis (1616-1703) el primero que utilizó el
símbolo de infinito en sus escritos, lo hizo en la que está considerada como
una de sus obras más importantes, ‘Aritmética Infinitorum, 1656’.
Y dicen que para la forma de esta notación matemática se inspiró en la forma de la curva llamada ‘lemniscata’, creada en 1694 por el matemático suizo Jacob Bernoulli (1654-1705), lo que resulta bastante verosímil, basta con verlas. Aunque no todos son de la misma opinión, este es el segundo entresijo del término, el de su origen.
Algunos consideran que
podría provenir de otros símbolos alquímicos o religiosos anteriores, se
refieren, por ejemplo y sobre todo, al símbolo del uróboros, seguro que
lo han visto, es esa figura de animal serpentiforme que, engullendo su propia
cola, conforma una circunferencia. Si le soy sincero, no lo veo tan parecido
como la curva de Bernoulli.
Y otros más quieren ver, incluso, como posible origen del mismo a una banda o cinta de Möbius, esa superficie con una sola cara y un solo borde que, desde la matemática, goza de la propiedad de ser un objeto no orientable.
En mi opinión, por la
forma, este origen es perfecto aunque le veo un inconveniente desde el punto de
vista cronológico, resulta que el símbolo de infinito ya se usaba cientos de
años antes de que el matemático y astrónomo teórico alemán August Möbius
(1790-1868) codescubriera la banda que lleva su nombre en 1858, solo 165 años de
existencia.
Por cierto, su madre
era descendiente, séptima generación, del reformador religioso alemán Martín
Lutero (1483-1546).
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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