(Continuación) En definitiva, surge la susodicha expresión falacia del Nirvana y con ella se compara lo real con lo irreal o idealizado, de ahí lo que de falaz tiene por la imposibilidad de su aplicación.
Un falso dilema
O lo que es lo mismo una trampa lógica consistente
en rechazar una acción o una idea con el sucio truco de compararlas con lo
mejor, con eso tan “mejor” que resulta inabarcable o imposible. Es decir,
estamos ante una falsa dicotomía que presenta una opción evidentemente
ventajosa, pero que al mismo tiempo es completamente inverosímil.
De modo que la elección no tiene lugar entre
soluciones del mismo mundo al ser una real y la otra irreal, aunque eso sí
mejor, ahí está el secreto del error lógico. Y lo malo de todo esto es que
personas bienintencionadas, usando la falacia del Nirvana, pueden atacar
cualquier idea solo porque es, inevitablemente, imperfecta.
Y además hacerlo sin ser conscientes de la trampa del argumento y del grave error que cometen, grave porque se trata de una posición doblemente gratificante, intelectual y moral: hay que pensar poco, muy poco, y hacer menos, menos aún.
Falacia de la solución perfecta
Circunstancias que les
hace sentir que son el rey del mambo y creerse estupendo cuando sueltan la falacia
por sus bocas.; es evidente que en ese momento se ven como los únicos, los
puros, y van por la vida dando lecciones, seguro que conoce a más de uno pues abundan.
No en vano se la
conoce también como la falacia de la solución perfecta, y es la mejor
manera de engañarse a uno mismo y a los que tenemos delante; por otro lado esta
falacia, como tantas otras, se aviene muy bien con los prejuicios al ser ambos productos
mentales que huyen precisamente de la reflexión, lo que quiera que no es
intelectualmente cómodo para no pocos. Miel sobre hojuela.
Volviendo a Voltaire no me resisto a recordarle el idilio bucólico-intelectual que vivió durante años con la matemática y física francesa Emilie du Châtelet (1706-1749), con quien compartía dos pasiones.
Una ya se la imagina, la otra es que sentían
la misma admiración intelectual por el gran genio inglés Isaac Newton (1643-1727),
sin duda la mente más influyente en toda la historia de la humanidad, seguida
de la del genial relativista germano-estadounidense Albert Einstein
(1879-1955) y, probablemente, de la del griego Arquímedes de Siracusa
(287-212), “el que se preocupa”.
Le dejo con un aforismo volteriano, que
en mi prescindible opinión es una gran verdad, ‘La gran creadora de la
verdad es la mentira’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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