[Esta entrada apareció publicada el 12 de mayo de 2023, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
(Continuación) Una cuestión de lógica le decía sobre la urofagia, también llaman así a esta cochinada, porque si en todos los animales, heces y orina no son más que el residuo metabólico que queda de los alimentos, tras haberle extraído sus nutrientes y energía, ¿qué sentido tiene que lo volvamos a ingerir?
No olvidemos que la orina contiene bacterias, además de aquellas que la
contaminan una vez abandona nuestro cuerpo, que al ser ingeridas pueden
resultar dañinas y ocasionarnos serias complicaciones sanitarias. Beber los materiales que nuestro propio
cuerpo ya ha desechado por tóxicos o innecesarios, no solo es algo que escapa a
toda lógica, sino que, doy un paso más, en nuestra civilización, desde un punto
de vista antropológico, esta guarrada bien podría considerarse urofagia, sí, un
tipo de antropofagia.
Ya sabe, esa práctica consistente en comer partes del cuerpo humano o lo que éste produce, con supuestos beneficios salutíferos, que unida a ciertas costumbres naturistas nos lleva, por ponerle un ejemplo, a la ingesta de la placenta humana como fuente de vida, con el argumento de que, al fin y al cabo, contienen células madre. Ad nauseam.
También escapan a toda lógica y sentido común la serie de
afirmaciones que estos “charlatanes del pis” realizan, a fin de dar carta de
credibilidad científica a esta acción urofágica y así aumentar los fraudulentos
beneficios económicos del “negociete”. Como la de que es frecuente en China,
donde la llevan a cabo millones de personas y sabido es qué, si lo hace tanta
gente, por algo será. En fin, poco que decir a semejante simpleza de la que se
quiere inferir, además, que es buena porque muchos chinos beban su propia
orina.
En primer lugar, habría que comprobar lo que de cierto tiene dicha afirmación y, en segundo lugar, no me vale que una acción sea buena por el mero hecho de que, supuestamente, la haga mucha gente. No me pida que le ponga ejemplos, por favor. O la de que Ghandi era un asiduo de ella, en su opinión un argumento a favor de esta terapia dado que, según ellos, ganó un Premio Nobel. Es evidente que con ella pretenden acreditarla y, planteado así, parece que lo podrían conseguir pero, claro, se me ocurren hasta tres objeciones a semejante falacia argumentaria.
Una, no hay ni una sola prueba de que Gandhi ingiriera su orina, es por tanto
una afirmación gratuita; dos, nunca recibió ningún Nobel, no hay más que
consultar las fuentes; y tres, aunque lo fuera, ¿por qué extraña razón, todo lo
que haga un nobel ha de ser bueno?; si además fuera cleptómano, pederasta,
alcohólico o drogadicto, ¿acaso el hecho de ser nobel haría buenos esos
hábitos? Usted mismo. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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