(Continuación) Finalmente el astrofísico e historiador de la ciencia Arthur Beer (1900-1980), y con posterioridad el polígrafo suizo y conservador de libros raros de la Biblioteca Central de Zúrich Bruno Weber (1973) llegaron, de manera independiente, a la misma conclusión.
Al analizar ciertos detalles
del grabado concluyeron que el origen de la imagen no era otro que el que se
encontraba en la página 163 del libro L'Atmosphere, publicado por Camille Flammarion en 1888; y
al ser la versión conocida más antigua se la comenzó a llamar ‘Ilustración o
Grabado Flammarion’. O sea, que.
Del buril
En su opinión sería factible
demostrar que los susodichos no podrían haberse hecho sin un buril, una
herramienta de los grabadores utilizada para trabajar la madera solo desde
finales del siglo XVIII, y consistente en una barra de acero templado en forma
de rombo o cuadrada, uno de cuyos extremos está tallado en bisel de manera que
la punta forme un ángulo afilado.
Con ella se puede cortar, marcar, ranurar o desbastar material en frío mediante el golpeo con un martillo adecuado o mediante presión con la palma de la mano, y está constatado que se utilizó en las primeras formas de escritura.
De modo que dedujo que el
grabado era un montaje hecho a partir de varias imágenes de época, en
particular de la Cosmographia universalis (1544) del cosmógrafo alemán Sebastian Münster (1489-1552),
un texto en el que se analizaban diferentes fenómenos naturales como la
erosión, los terremotos y las corrientes marinas y que incluía un total de veintiséis
(26) mapas. Un texto del que el bibliófilo Flammarion sin duda alguna bien podría
poseer una copia. O sea, que sí.
Una autoría no determinada y una idea anterior
Bueno pues en estas estamos, no
tenemos pruebas que concluyan acerca de la autoría del grabado y es más, hasta se
apuesta también por otros muchos artistas, de los que tenemos constancia que ilustraron
libros del francés, me refiero a Jean Paul Laurens, Nöel Saunier, Fortuné-Louis
Méaulle, Hermann Vogel, Georges Antoine Rochegrosse o Carlos Schwabe, entre otros.
Y no quedan ahí las lagunas alrededor de la ilustración flammarioniana pues, más allá de su origen, quizás más reciente de lo que pensamos, y del uso metafórico que se ha hecho de la misma acerca de una búsqueda científica o mística del conocimiento, resulta que la idea que expresa no tiene nada de nueva, como lo lee.
Pero antes de ponernos con ella,
le pongo en contexto. En el pie de la traída ilustración reza, ‘Un misionero
medieval afirma haber encontrado el lugar donde el Cielo y la Tierra se
encuentran’, que es una referencia al texto de la página anterior, ‘¿Qué
es entonces esta bóveda azul que ciertamente existe y nos impide ver las
estrellas durante el día?’ (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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