lunes, 16 de enero de 2023

‘Extracción de la piedra de la locura’ (1) [CR-211]

[Esta entrada apareció publicada el 30 de diciembre de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

De la importancia que durante siglos el hombre le ha dado a la falaz existencia de la piedra de la locura y a su inexistente extracción del cerebro (Piedra de la locura), nos da una buena idea el hecho de que fuera recogida como un timo o engaño por el arte de la pintura, hasta el punto de que existen cuatro cuadros famosos, todos ellos de artistas holandeses, que convendría destacar. 

Empezando por el más antiguo, conocido y famoso, quizás el ejemplo más sugerente de que la psicocirugía es tema pictórico donde los haya, cuyo nombre encabeza esta entrega. Un óleo sobre tabla de madera de roble que se encuentra en el Museo del Prado, fue pintado entre 1488 y 1505 (julianos) por el holandés conocido como El Bosco, y donde ironiza sobre la ignorancia del paciente y la sinvergonzonería del falso cirujano, con una particular puesta en escena.

Una a modo de espejo en la que se reflejan la estafa y la falsedad, la necedad y la locura, todas ellas tan humanas, y que el pintor situó en el mundo rural, alejada de la vida urbana y contrapuesta a la nobleza. En el centro de la superficie rectangular del cuadro el artista trazó un óvalo casi circular, enmarcado con una decoración de lazos dorados sobre fondo negro y dos inscripciones en letras góticas también doradas: una en la parte superior, ‘Maestro, quítame pronto esta piedra’, y otra en la inferior, ‘Mi nombre es Lubbert Das’

Y en el interior de dicho óvalo, en un pequeño promontorio al aire libre que se alza sobre una llanura con dos ciudades en la lejanía, dibuja la escena de la trepanación, apertura quirúrgica del cráneo míticamente realizada en la Edad Media, en la que están presentes cuatro personajes: el paciente, el falso cirujano, una mujer y un clérigo.

El paciente es un campesino, un hombre grueso de cierta edad y desprovisto de sus zuecos, que está atado a un sillón desde donde mira contrariado hacia el espectador; su bolsa de dinero, que cuelga en el reposabrazos derecho del asiento, está atravesada por un puñal, señal y símbolo de que está siendo estafado. Del falso cirujano o charlatán que hace la operación, aunque parece un doctor por su toga, dos detalles en él delatan su falsedad. 

Uno, en lugar de portar birrete lleva puesto un embudo invertido en la cabeza, es el símbolo del engaño que pone al descubierto que no se trata de un sabio, sino de un estafador; se trata de un objeto que, además, aporta una dimensión psicológica al retrato del cirujano. Otro, en su cinturón lleva colgada una jarra de gres vidriado en lugar de bolso. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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