(Continuación) De las funciones que le nombraba en la entrada anterior acerca del bostezo, hay una que resulta de lo más interesante: este acto vendría a ser algo así como el sistema de ventilación y refrigeración del cerebro, nuestro procesador central en el símil informático, que supondría una mayor eficiencia y activación mental.
5. Función termorreguladora cerebral
La hipótesis de partida es que tanto los ciclos del
sueño, como la activación cortical y el estrés estarían asociados con las fluctuaciones
que la temperatura experimenta en el cerebro, de manera que la finalidad del
bostezo no sería otra que la de mantenerla dentro de unos valores adecuados.
Lo que implicaría que éste no sería
más que un mecanismo del organismo para regular la
temperatura cerebral y que sólo tendría lugar dentro de un rango de valores, es
decir, que existiría lo que podríamos llamar una ventana térmica de funcionamiento.
Y para demostrarlo, un equipo de investigadores de la Universidad de Viena midió la frecuencia de bostezos durante los meses de invierno y de verano, entre los peatones de la fría Viena, Austria, y la comparó con la obtenida en un estudio análogo realizado en el clima árido de Arizona, EE.UU.
¿Cuándo bostezamos más?
Los resultados fueron meridianamente expresivos: mientras
en Viena la gente bostezaba más en verano que en invierno, en Arizona los
bostezos eran más frecuentes en invierno que en verano, así que llegaron a la conclusión
de que el bostezo sólo ocurría dentro de un rango de temperatura ambiente determinado,
de una zona térmica adecuada.
Una horquilla de valores alrededor de los veinte grados
Celsius (20 ºC), dentro de la cual el bostezo se produce con mayor frecuencia y
que disminuye conforme se acerca a las tórridas temperaturas próximas a los 37
°C en el verano de Arizona o a las frías condiciones del invierno vienés.
La idea que subyace es la de que el acto de bostezar dejaría de ser funcional, bien cuando la temperatura ambiente fuera igual de caliente que la del cuerpo o, bien cuando fuera muy baja, lo que podría traer, incluso, consecuencias perjudiciales para nuestra salud.
Otras funciones
Ya se lo adelanté, a pesar de las anteriores funciones
con las que se suele relacionar el bostezo, y a las que podemos añadir las de agotamiento,
comunicación, sueño, hambre, sincronización,
empatía, miedo, compromiso, activación y hasta aburrimiento si quiere, lo cierto
es que todas ellas carecen de pruebas científicas que lo demuestren. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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