(Continuación) Los hizo porque, además de pensar en su padre y en su abuelo, lo que está bien, resulta que Ana Torroja Fungairiño (1959) tiene una hija, Jara (2005), a la que se lo podrá legar con el tiempo y estas cosas, quiera que no, nos gustan a los humanos. Nada hay más humano que la idea de trascender.
Sí, todo apunta a
que en la excantante de Mecano terminaron pesando más los sentimientos de afecto personal
que los de prejuicio social, aunque en la entrevista se dejara caer con un
suspecto: “Ahora creo que se
paga por heredar el título”. Pero bueno.
En fin, si tiene
esos tipos de cuitas, quizás pueda cambiar la denominación de la dignidad
nobiliaria, referida al apellido paterno, por uno más adecuado para ella ¿Tal
vez, “Marquesa de Mecano”? Pero a lo que vamos, Ana ha heredado del título de su
padre.
II Marqués de
Torroja: José
Antonio Torroja Cavanillas (1933-2021)
Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Catedrático de Hormigón Armado y Pretensado, Premio Nacional de Ingeniería en 2007, …, y II Marqués de Torroja pero el primero que lo fue vivo, más adelante le explico la aparente paradoja.
En 1960, José Antonio entró a trabajar en el
estudio de su padre, un año antes de que éste falleciera, y allí desarrolló una
amplia labor ingenieril, considerada por los exégetas como útil, innovadora, original
y estética.
Porque él no solo heredó de su padre un título
nobiliario, también compartió profesión y prestigio, y al igual que su
progenitor llegó a ser toda una referencia dentro del sector. De sus numerosos
trabajos destacan los puentes, y entre ellos el internacional sobre el río Miño
o el viaducto de Tamaraceite de Las Palmas de Gran Canaria.
Profesional y padre de familia
Con 25 años, en 1958, se casó con la enfermera Carmen Fungairiño Bringas, hermana de quien fuera fiscal jefe de la Audiencia Nacional Eduardo Fungairiño Bringas, y que falleció en 1985 por lo que pudo ver a su hija en la cima del éxito.
Un éxito filial que él también vivió, pues era
director de la Escuela de Ingenieros de
Caminos de Madrid en la misma década de los 80 en la que su hija triunfaba en
los escenarios; de hecho, entre modesto y orgulloso, solía decir: “He pasado de
ser el hijo de mi padre al padre de mi hija”. Sí, un padre siempre es un padre
y el de José Antonio no fue uno cualquiera.
Aunque la mayoría de
la gente no lo sepa, la familia Torroja ostenta el título nobiliario de marqués
de Torroja desde hace ya sesenta años, pero además otros muchos, estos
científicos, desde hace bastante más tiempo. Vamos que la cosa viene de lejos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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