(Continuación) “La verdad que hemos jugado bien”; “la verdad que yo no he visto que fuera tarjeta roja”; “la verdad que ellos han poseído la bola durante más tiempo”; “la verdad que merecimos por lo menos empatar el partido”. Y así hasta el infinito y más allá, como el conocido oxímoron pseudocientífico.
Antecedentes literarios
Le decía más arriba que la expresión lleva
proliferando entre nosotros un tiempo, pero lo cierto es que viene de más atrás
y así aparece reflejada en la literatura. En su obra ‘La honrada’
(1890), Jacinto Octavio Picón hace decir a uno de los personajes: “La
verdad es que soy el médico joven que más trabaja en Madrid”.
Y cuarentaiún años después, en ‘Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?’ (1931) Enrique Jardiel Poncela pone en boca de alguien: “Y la verdad es que, efectivamente, yo he metido en mi cama a todas esas señoras y señoritas exceptuando a aquellas con las que utilicé su cama propia”.
Ya en las postrimerías del siglo pasado, en ‘El
gran momento de Mary Tribune’ (1999) de Juan García Hortelano y en
uno de los diálogos se lee: “La verdad es que lo hago perfecto”. Vamos, en la
misma línea de los futbolistas al pedir perdón por presumir, pero presumiendo.
Más de lo mismo dirá usted, o no le digo yo y me explico.
“La verdad es que”
Seguro que se ha dado cuenta de la diferencia entre las
anteriores expresiones literarias y la del subtitular, donde el verbo brilla
por su ausencia y hay total omisión de la forma de la tercera persona del
singular del verbo “ser”, en su modo de presente de indicativo, “es” ¿Por qué se omite? ¿Tanto cuesta incluir el verbo? ¿Es
correcta su supresión?
No digo que haya que volver a antañonas y rimbombantes expresiones como “En honor a la verdad” y “todo hay que decirlo”. O a aquellas otras, reconocedoras de una total carencia de pudor, precisamente, a fin de quedar absuelto por la misma confesión: “Aunque esté mal que yo lo diga…”, “perdón por la vanidad, pero”, “no es por echarme flores”.
No. No es eso, no es eso que nos diría la filosófica cita orteguiana. Pero bueno, un término medio no estaría mal, ya ve por donde voy, más o menos en la línea del gran Diccionario de uso del español (1975) de María Moliner, que la hace sinónima a otras como “a decir verdad”, “realmente”, “la verdad” o “en verdad que”.
Ya veremos en qué queda la cosa, y hasta aquí por hoy. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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