Tal día como ayer martes de hace ochenta y tres años, el 30 de noviembre de 1938 que entonces cayó en miércoles, nació en Canero, parroquia del concejo de Valdés, Asturias, España, una de las mayores científicas españolas del siglo XX, me refiero a la bioquímica Margarita Salas (1938-2019).
Infancia, adolescencia y educación
De su infancia solo apuntar que cuando contaba con un año de edad, su familia se trasladó a Gijón donde junto a sus dos hermanos se criaron pues la familia vivía en la primera planta del sanatorio psiquiátrico que tenía su padre.
No fueron pocas las veces
que, junto a sus hermanos, jugó con los propios pacientes en los pasillos del
centro, y muchas las partidas de tenis que echó en la cancha que el centro
tenía en el jardín y donde Margarita desarrollaría durante la adolescencia su
gran afición hacia este deporte.
Con tres años entró en un colegio de monjas donde permaneció hasta finalizar los seis años de bachiller, recibiendo una completa formación en Humanidades, Artes y Ciencias, ramas por las que Margarita mostraba la misma predilección.
Sin embargo, ya en el
curso preuniversitario necesario para acceder a la universidad, se vio obligada
a elegir itinerario y, tanto por influencia paternal como por propia
predilección, se inclinó por las ciencias al parecerles más interesantes.
Al acabar este curso, y
no teniendo claro qué carrera escoger, si Química o Medicina, optó por marchar a
Madrid para estudiar un curso selectivo que le valdría para ingresar en ambas.
Adolescencia y universidad
Antes de continuar permítame abrir un paréntesis. En lo que respecta a su formación y la de sus hermanos, los padres siempre tuvieron muy claro que una carrera universitaria era la única y mejor herencia que les podían dejar a sus tres hijos (un varón y dos hembras).
Y en ello pusieron todo
su empeño, los tres hijos fueron universitarios (científicos) y ellas, mujeres,
no sufrieron ningún tipo de discriminación educativa respecto a él, hombre. Un
trato familiar que, por desgracia, no era frecuente en aquella época. Cierro paréntesis
y vuelvo con Margarita.
Superado el curso con
éxito, y ante la posibilidad de poder cursar ambas carreras, se terminó decantando,
no sin algunas dudas, por la Química. Las mismas que se disiparon nada más
entrar en el laboratorio de Química Orgánica y comprobar lo mucho que le
gustaba practicar en él. Corría el año 1955, el del fallecimiento de Albert Einstein (1897-1955).
Tanto es así que, al terminar el tercer curso, pensó que su futuro podría estar en la investigación en esta materia. Si es cierto que la vocación científica no nace, sino que se hace, la suya química es más probable que se hiciera en aquellos primeros años. Sin embargo… (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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