martes, 30 de noviembre de 2021

Robótica [CR-159]

[Esta entrada apareció publicada el 19 de noviembre de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

Si hay algo en lo que coinciden la mayoría de los expertos, es en admitir lo complicado que resulta dar una definición de la misma, una que sea aceptada por todos porque las hay de las más dispares y académicas. 

En puridad, la robótica es una rama de la ingeniería, mecánica y electrónica, y de las ciencias de la computación, que se ocupa del diseño, construcción, operación, estructura, manufactura y aplicación de los robots

Un campo de conocimiento donde se combinan diversas disciplinas: mecánica, electrónica, informática, inteligencia artificial, ingeniería de control, física, álgebra, autómatas programables, animatrónica o máquinas de estados.

Ya, lo sé, demasiado y además es una descripción. De ahí que eche mano del bioquímico, divulgador y escritor de ciencia ficción estadounidense, Isaac Asimov (1920-1992), que para algo fue quien acuñó el término y ya está, ‘habemus’ lo que sea: “La Robótica describe todas las tecnologías asociadas con los robots”. 

Como es sabido el autor escribió mucho sobre ellos, siendo lo primero ‘Robbie’ (1940), seguido de ‘Yo, Razón’ (1940) y ‘Mentiroso’ (1941), y en todas estas narraciones los robots actuaban siguiendo unas normas que limitaban su comportamiento. 

Unas pautas de actuación bautizadas como Las tres leyes de la Robótica, y lo curioso es que lo hizo mucho antes de que el propio término de robótica se hubiera popularizado; así que estamos ante un adelantado a su tiempo pues con ellas, el científico, pretendía prevenir el llamado “complejo de Frankenstein”.

Ese temor que el hombre puede llegar a desarrollar frente a unos seres creados por él mismo y que, hipotéticamente, podrían rebelarse en contra de su creador. O sea, nosotros. Asimov pensó que era algo que bien podría ocurrirles a sus robots, por lo que decidió implantar en los circuitos de sus cerebros positrónicos (que no electrónicos), las tres leyes. 

Reglas que un robot nunca podría violar ya que, con intentarlo siquiera, su cerebro resultaría dañado de forma irreversible, dejando de funcionar. Eran unas órdenes inexorables que deberían seguir por fuerza y a las que, de ninguna manera, podrían oponerse. No me negarán que en teoría y sobre el papel está bien pensado, de hecho, muchos escritores le imitaron con el tiempo.

Y en la práctica, a priori, no debe ser un problema irresoluble dotar a los robots con ellas, a fin de cuenta son máquinas creadas por el hombre para su servicio. Pero de ahí a pensar, como algunos pretenden, que en el caso de que se construyan en un futuro robots inteligentes, éstos deberían llevar implantado, como código de conducta, algo similar, si no idéntico, a las leyes de Asimov, dista un abismo. 

No digo imposible pero sí muy improbable o, como quien dice, de la ficción a la realidad. ‘Nada es imposible, sólo teóricamente improbable’.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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