(Continuación) ¿Cuál considera que debe ser el fallo? ¿Multa económica y retirada de la frase, o bastaría con volverla a redactar para así convertir el error en acierto? Ya de la que va y dado el anterior recurso taurómaco, ¿se decanta tal vez por división de opiniones, como en los tendidos de la plaza de toros?
Hablando de éxitos y fallos, y como no podría ser de otra
forma, a lo largo de sus siete capítulos la miniserie no está exenta de unos y
otros, son escaques blancos y negros de los que ya hemos traído algunos a esta tribuna
bloguera. Un listado para el que un pajarito, suele sobrevolar a mis espaldas
mientras escribo, me ha piado unos cuantos más a lo largo de estos meses.
La única
derrota oficial
Y de todos ellos, en mi prescindible opinión, el más
criticable de los errores, por falaz y peligroso, guarda relación con un hecho escenificado
en la serie y, sobre todo, con el mensaje que porta.
El hecho tiene lugar al afirmar que la protagonista, Beth Harmon, en su carrera para enfrentarse al campeón del mundo, solo pierde una partida oficial y ésta es, nada menos que, con el campeón de EE. UU. Mucho hecho, quizás, para ser cierto.
Es falaz porque cualquiera sabe, o puede llegar a
comprender, de la imposibilidad por sobrehumana, que una niña o niño
experimente tal grado de progresión ajedrecista, por muy portentoso que sea su
talento para el juego. Con pastillas o sin ellas…
Y es peligroso por lo que de pernicioso tiene el mensaje
subliminal que lanza a la sociedad, ya demasiado bombardeada con la idea, la
tiene incluso magnificada, del triunfo rápido y en teoría fácil. Un posicionamiento
que desprecia el altísimo valor formativo del fracaso o la derrota, vamos todo lo contrario de la
cultura del esfuerzo, ¿le suena?
De mi
propia cosecha
Aunque soy muy mal ajedrecista, por algunos compañeros docentes sé que, en este juego y a diferencia de otros, las influencias externas de factores como la suerte, el árbitro o la meteorología si le parece bien incluirla, son si no nulas, sí muy cercanas a cero.
Por ellos sé también que si se pierde una partida es,
sencilla y únicamente, porque el rival ha jugado mejor que uno, y que la
derrota bien administrada permite analizar cuándo y porqué se falló, y así aprender
para la siguiente ocasión. Ni más ni menos que el método del ensayo.
Un buen mensaje éste para la vida en general y una buena herramienta educativa, el juego-deporte,
para nuestros educandos. En esta misma línea mi padre que era buen jugador, solía
decir que en el ajedrez más que en ningún otro deporte, el perdedor era precisamente
quien más terminaba aprendiendo a la larga. Y tenía razón. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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