(Continuación) Bajando en el grado de crítica ajedrecística, pero importante en el de la televisiva, me imagino que estará conmigo en este detalle: se podría haber hecho algo más correcto en el apartado del doblaje al español, continente de algunos errores de traducción más que lamentables.
Más
blancas y negras argumentales
Ya en otro rellano más bajo de esta escalera de falacias,
podemos situar algunos detalles costumbristas del mundillo ajedrecista que
seguro le suenan, me refiero a: los violentos golpes que se proporcionan al
reloj en algunas escenas durante las partidas, algo que en la vida real no es así;
el hecho de que ninguna de ellas termine en tablas, no digo que sea imposible,
pero…
O que en los torneos de alta competición los jugadores
hablen mientras están sentados frente a frente en el tablero; en fin, cosas así.
No obstante, cualesquiera de estos casos resultan pecatta minuta comparados
con el de la única derrota de Beth, que ésa sí que no tiene un pase.
Por otro lado, me parecen magníficas y elogiables algunas otras escenas de la serie. Como aquellas en las que se recrea, y por lo que tengo leído sin exageración alguna, la extrema pasión que había por el ajedrez en la Unión Soviética (URSS), el país más grande del mundo hasta su colapso, en 1991.
Al parecer de sus 287 millones de habitantes, unos 50 lo
practicaban de forma esporádica (escuelas, clubes, centros de mayores,
cuarteles, e incluso al aire libre con el buen tiempo) y de ellos, entre 4 y 5 eran
jugadores federados.
La georgiana
Gaprindashvili
Por no cansarle más, pasaré por alto otros detalles no por
ello menos interesantes. Como el hecho de que, a pesar de estar muy extendido,
es un bulo que el ajedrez fuera una asignatura obligatoria en el sistema
educativo de la URSS, nunca lo fue.
O puntualizar una vez más que Nona Gaprindashvili es georgiana y no rusa, tal como se afirma en la serie. Un matiz identitario a tener en consideración, dada la importante simbología de este juego en el país. No en vano las mujeres ajedrecistas de élite están consideradas grandes heroínas nacionales, y Nona fue la primera campeona del mundo georgiana.
Leí no hace mucho que en Georgia la dote nupcial incluía
un juego de ajedrez desde el siglo XI, no le digo más. Es evidente que tras todo
lo apuntado subyace una errónea y errada mezcla, también está muy extendida: la
de confundir a los soviéticos con los rusos.
Y hasta aquí. Son más circunstancias y sucedidos que ilustran el blanco, elogiable fidelidad por algunas facetas de este deporte mental, y el negro, criticable deslealtad con otras tantas, del ajedrez. Por cierto, ya que lo cito en el mismo renglón, ¿es el ajedrez un deporte? (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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