jueves, 13 de mayo de 2021

Wilde. Periodismo y periodistas (1)

(Continuación) Hay que leerlo porque alguien capaz de decir algo como: “El periodismo justifica su propia existencia, en virtud del gran principio darwiniano de la supervivencia de los más vulgares”, estará conmigo que es merecedor no ya de ser leído, sino de prestarle toda la atención de la que seamos capaz.

No es en absoluto baladí la afirmación existencial que hace, basada en la teoría de la evolución biológica por medio del mecanismo de la selección natural, y según el cual no sobrevive el espécimen más fuerte, craso error interpretativo, sino “el que mejor se adapta al entorno”, que no es lo mismo.

Y así, por ejemplo, sobrevive el periodista que es prudente con lo que escribe. Por cierto, la darwiniana teoría científica aparece formulada en la obra ‘El origen de las especies’ de 1859.

Detestación periodística

Sí, detestaba a la prensa y no faltan testimonios documentados de esta humana aversión que, si bien no llega a ser un sentimiento tan pasional como el odio que impulsa al rechazo o la repugnancia, lo cierto es que no transita muy lejos.

En más de una ocasión y a más de un entrevistador, tras espetarle un desconcertante “Espero que me tergiverse, joven”, le advertía que en los viejos tiempos los hombres tenían el potro, artilugio de tortura, pero que en ese momento tenían a la prensa, sinónimo de periodismo. O sea.

Un aviso a navegantes, que existe en los dos sentidos de la dirección de lacrítica, ya que llegó a manifestar: “Hay mucho que decir a favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad”. O sea que.

Y es que en el fondo pensaba que toda pregunta, cualquiera, valía la pena de ser formulada, otra cuestión era si merecía ser contestada, como le pasó cuando le aseveró a un periodista: “Estoy seguro de que tiene usted un gran futuro en la literatura… por lo mal entrevistador que parece ser. Estoy convencido de que debería usted escribir poesía. Ciertamente, me gusta mucho el color de su corbata. Adiós”. O sea que sí.

¿Qué leer de Wilde?

Ni que decirle tengo, que no será quien esto escribe la persona que se lo diga. Además de lo evidente por lo ya expuesto en esta enrocada saga wildera, tan solo le pondré negro sobre blanco y a vuela tecla, lo que me viene a la mente de Wilde como escritor, aforista, ensayista, poeta y dramaturgo.

Desde los conocidos e inverosímiles relatos admirados por la mayoría de sus seguidores, como su única novela ‘El retrato de Dorian Gray’ de 1890, considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con fuerte temática faustiana. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

 

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