(Continuación) Y es que consideraba que los genios siempre estaban hablando de ellos mismos, cuando lo que él quería es que pensasen en él. Cosas de genio. Me viene a la memoria el narcisismo aquel del “dejemos de hablar de mí y hablemos de usted, por cierto, ¿qué opina de mí?” En fin, estas cosas pasan también.
Hay que leer a Wilde
Porque mostraba un
profundo desdén por sus contemporáneos, a destacar en este sentido el escritor
británico Charles Dickens que le precedió unos años y a quien muchos
consideran el mejor novelista de la época victoriana, pero al que el escritor
de origen irlandés entre otros -también lo hicieron Henry James y Virginia
Woolf- le achacaba cierta falta de profundidad psicológica, floja escritura
y sentimentalismo excesivo.
Un profundo desdén por
sus contemporáneos que unido al hecho de su azarosa vida y acabar sus últimos
días casi en la indigencia fueron, a qué dudarlo, un plus que resultó bendito y
contribuyó no poco a la hora de pergeñar su eterna fama de maldito.
Pero hay que leerlo también por cómo se rebeló cuando le quisieron cortar un traje por sus ideas sobre la religión, y no tuvo otra ocurrencia que replicar que la fe era el sustitutivo elegante de la creencia. Tela marinera, tela del telón.
Tela del telón
O asegurar que las
religiones morían al demostrarse que eran verdaderas y que la ciencia no era
sino la historia de las religiones muertas. Es evidente que por razones que no
hacen ahora al caso, el dublinés no creía ya en casi nada a esas alturas de su
vida y por otro lado dicen, quienes saben de esto, que los artistas geniales
solo creen en sí mismo, lo que puede ser.
Y hay que leerlo, porque
consideraba que los escritores antiguos presentaban como hechos ficciones
deliciosas, mientras que los novelistas de su época presentaban hechos insulsos
bajo la apariencia de ficción. Ojo a la diferencia y, salvada ésta, tengo un
paralelismo a propósito en el que creo: en ciencia es preferible leer lo más
reciente, en literatura lo más antiguo. O algo así.
No le canso más con este cajón de sastre wildeano, pero tengo una razón más para leer al escritor: su relación con el periodismo y los periodistas, con los chicos de la prensa y sus preguntas. Oscar, siempre Wilde.
Periodismo y periodistas
Se lo decía la semana
pasada, refiriéndome a la tensa relación que el dublinés mantuvo con esta
actividad profesional y las personas que la llevan a cabo, y eso que - o a lo
mejor por eso, vaya usted a saber- él trabajó prolíficamente en Londres como
periodista, tras su regreso del viaje por Estados Unidos y Canadá como
conferenciante y la posterior estancia en París. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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