(Continuación) Sigo tirando de diccionarios ya sabe de mis limitaciones, y me entero que también significa “Escritor que trata sobre materias diferentes”, de modo que el término es sinónimo de “sabio”, “erudito” o “polímata”, que etimológicamente significa 'que sabe mucho'. O lo que viene a ser lo mismo, persona de conocimientos profundos en diversas disciplinas o artes en un uso formal o literario.
Un interesante hilo del
que tirar y que dejo suelto sin hilvanar por ahora, dado que uno de los
primeros intereses costureros de este mes de febrero van en la dirección del
aparato, sólo por una mera cuestión cronológica. Resulta que corrían los
primeros días de este segundo mes, pero del año 1935 -han pasado 86 años desde
entonces, octogésimo sexto (86.º) aniversario poligrafero-, cuando se utilizó de
manera oficial y por primera vez una máquina de detección de mentiras.
Una breve historia: Keeler, Larson y Lombroso
Por ponerle en contexto, fue el 2 de febrero de 1938 cuando se utilizó por primera vez en un juicio un detector de mentiras como tal. Fue en la ciudad de Portage, Wisconsin (EE UU), con dos criminales acusados de asalto y condenados, al presentarse los resultados del detector y ser admitidos como prueba acusatoria.
El prototipo fue
realizado por el detective Leonarde Keeler (1903-1949) y medía la presión
arterial, la respiración, la conductividad galvánica de la
piel y el pulso, registrando los resultados en papel continuo durante la
medición.
Había nacido lo que hoy
conocemos como el polígrafo de Keeler y que se terminó fabricando en
masa. Desde entonces, este detector de engaños está en el candelero de
cualquier patio de Monipodio que se precie.
Pero en realidad la idea no era suya, pues él lo que hizo fue mejorar la máquina anterior de un compañero, y por aquel entonces estudiante de medicina, John Larson (1892-1965), el primer oficial de policía estadounidense en tener un doctorado académico e incorporar el polígrafo en las investigaciones criminales. Lo denominó “psicograma cardio-neumo” y solo medía la presión arterial y la respiración registrando también los resultados en folios de papel discontinuo.
En honor a la verdad, y
por poner una nota cultureta a esta breve introducción a la historia del
polígrafo, comentarle que su intrahistoria comienza en realidad un siglo antes,
a finales del XIX y de la mano del criminólogo y médico italiano conocido como Cesare
Lombroso (1835-1909).
Quien estudió la relación
existente entre los cambios experimentados en el sistema cardiovascular y la
reacción del cuerpo humano ante el acto de la mentira, una investigación para
la que utilizaba únicamente dos parámetros: el ritmo cardíaco y la presión
sanguínea. El resto es historia.
¿Cómo funciona el polígrafo?
La idea en la que se basa es bien simple: las respuestas fisiológicas que damos son distintas según estemos diciendo la verdad o mintiendo, por lo que basta con controlar sus valores para determinar nuestras intenciones. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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