viernes, 5 de febrero de 2021

Polígrafo. Una breve historia

(Continuación) Sigo tirando de diccionarios ya sabe de mis limitaciones, y me entero que también significa “Escritor que trata sobre materias diferentes”, de modo que el término es sinónimo de “sabio”, “erudito” o “polímata”, que etimológicamente significa 'que sabe mucho'. O lo que viene a ser lo mismo, persona de conocimientos profundos en diversas disciplinas o artes en un uso formal o literario.

Un interesante hilo del que tirar y que dejo suelto sin hilvanar por ahora, dado que uno de los primeros intereses costureros de este mes de febrero van en la dirección del aparato, sólo por una mera cuestión cronológica. Resulta que corrían los primeros días de este segundo mes, pero del año 1935 -han pasado 86 años desde entonces, octogésimo sexto (86.º) aniversario poligrafero-, cuando se utilizó de manera oficial y por primera vez una máquina de detección de mentiras.

Una breve historia: Keeler, Larson y Lombroso

Por ponerle en contexto, fue el 2 de febrero de 1938 cuando se utilizó por primera vez en un juicio un detector de mentiras como tal. Fue en la ciudad de Portage, Wisconsin (EE UU), con dos criminales acusados de asalto y condenados, al presentarse los resultados del detector y ser admitidos como prueba acusatoria.

El prototipo fue realizado por el detective Leonarde Keeler (1903-1949) y medía la presión arterial, la respiración, la conductividad galvánica de la piel y el pulso, registrando los resultados en papel continuo durante la medición.

Había nacido lo que hoy conocemos como el polígrafo de Keeler y que se terminó fabricando en masa. Desde entonces, este detector de engaños está en el candelero de cualquier patio de Monipodio que se precie.

Pero en realidad la idea no era suya, pues él lo que hizo fue mejorar la máquina anterior de un compañero, y por aquel entonces estudiante de medicina, John Larson (1892-1965), el primer oficial de policía estadounidense en tener un doctorado académico e incorporar el polígrafo en las investigaciones criminales. Lo denominó “psicograma cardio-neumo” y solo medía la presión arterial y la respiración registrando también los resultados en folios de papel discontinuo.

En honor a la verdad, y por poner una nota cultureta a esta breve introducción a la historia del polígrafo, comentarle que su intrahistoria comienza en realidad un siglo antes, a finales del XIX y de la mano del criminólogo y médico italiano conocido como Cesare Lombroso (1835-1909).

Quien estudió la relación existente entre los cambios experimentados en el sistema cardiovascular y la reacción del cuerpo humano ante el acto de la mentira, una investigación para la que utilizaba únicamente dos parámetros: el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. El resto es historia.

¿Cómo funciona el polígrafo?

La idea en la que se basa es bien simple: las respuestas fisiológicas que damos son distintas según estemos diciendo la verdad o mintiendo, por lo que basta con controlar sus valores para determinar nuestras intenciones. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

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