O de la mañana, de la aurora o matutino que de todas estas formas es conocido popularmente este cuerpo brillante que a veces vemos cuando espiamos el este, precediendo al Sol antes del amanecer, crepúsculo matutino o lubricán (¿Por qué sale el Sol por el Este?), y que tiene su correlato al atardecer cuando, mirando ahora hacia el oeste podemos ver otro lucero que persigue a nuestra estrella en su descenso hacia la línea del horizonte durante el atardecer/anochecer, crepúsculo vespertino o arrebol, y al que conocemos como lucero del ocaso, de la tarde o vespertino.
Luceros y estrellas. Saber popular
Lucero porque es así como el saber
popular nombra a cualquier astro que, aparentemente a nuestra vista,
parezca grande y brillante. También se llama lucero al cuarterón de una puerta
o ventana por donde entra luz y a la forma de denominar a algunos cuadrúpedos (toro
o caballo) que tienen una mancha blanca en la frente.
Etimológicamente el término lucero proviene del latín lux, lucis (luz) y el sufijo -ero (que abunda) es decir “el que tiene luz”, y hay dos en los cielos, el del alba y el del ocaso, dos cuerpos cósmicos distintos (Phosphoros y Heosphoros) tal como pensaban los astrónomos de la Antigua Grecia y diferentes mitologías (egipcia, eslava, nórdica) y religiones (budismo, catolicismo) que los consideraban dioses, semidioses o un mensajero celestial, que no celeste.
Unos cuerpos tan
brillantes, los luceros, que también son conocidos como estrellas, estrella
de la mañana y estrella de la tarde, escritas todas ellas como pueden
ver, con iniciales minúsculas según gramática.
Ni luceros ni estrellas: el planeta Venus
Sin embargo, desde
hace unos siglos y a pesar de la creencia popular de que son dos cuerpos
diferentes, la ciencia astronómica sabe que no es así y que en realidad se
trata de un solo objeto, un planeta en concreto, el luminoso Venus
conocido por el hombre desde siempre, o al menos desde que es hombre.
Luego para la ciencia académica nada de luceros o estrellas, se trata de un solo planeta, llamado así en homenaje a la diosa romana Venus, la diosa romana del amor. De modo que la ficticia dualidad depende de dónde y cuándo lo veamos brillar, lucero del alba, si es hacia levante, poco antes del amanecer mientras huye del Sol, o lucero del ocaso si es hacia poniente en el atardecer, mientras lo persigue. Dos nombres distintos y un solo cuerpo verdadero, el del planeta.
Nuestro “vecino del
piso de abajo” en el edificio del Sistema Solar en el que habitamos, el planeta
más cercano a nosotros, de media se halla a unos cuarenta millones de kilómetros
(40 000 000 km) de la Tierra a la que es bastante parecido en tamaño y
masa. En este sentido recordar que Marte “nuestro vecino del piso de
arriba”, está a unos doscientos veinticinco millones de kilómetros (225 000 000
km), casi seis veces más. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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