Seguro estoy que le suena, ha leído o incluso
ha empleado expresiones del tipo “Este anillo es de oro de dieciocho
quilates” o “Estuve viendo una sortija con un diamante de un quilate”,
que dejan bien a las claras que estamos ante dos acepciones diferentes para un
mismo término, el quilate.
Una palabra que, desde el punto de vista de
la ortografía, no se debe escribir con ‘k’ de kilo (kilate)
sino con ‘q’ de queso (quilate), de hecho, la Real Academia Española (RAE)
no acepta su uso al considerarlo incorrecto. Un término que lo mismo aparece a
la hora de hablar del metal precioso oro, que a la de nombrar piedras
preciosas como amatista, diamante, esmeralda, rubí y zafiro. Bien, pero ¿qué
es un quilate?
¿Qué
es un quilate?
Pues dependiendo del contexto joyero en el
que lo empleemos significará una cosa u otra, ya que se trata de una de esas palabras
polisémicas, ya sabe, aquellas que desde el punto de vista de la lingüística presentan el fenómeno del
lenguaje de la polisemia, por el que una misma palabra tiene varias acepciones
o significados.
Si lo hacemos en gemología, quilate será
el nombre de una unidad de masa de las piedras preciosas, y si es
en el de la orfebrería, se corresponderá con el de una unidad de la de pureza
del preciado metal. Pero desde ya le adelanto que, a pesar de tener el mismo
nombre, no existe ningún tipo de relación entre los quilates del oro que
expresan su riqueza, y los de los diamantes u otras gemas que dan el valor de su
masa.
Son por tanto dos unidades distintas con un
mismo nombre, correspondientes a dos magnitudes diferentes. Por acabar esta
introducción, apuntar que en la elaboración de este artículo y para subsanar mi
ignorancia he recurrido a diferentes diccionarios y libros de referencia, así
como a algunos conocimientos bachilleres de física, química y biología.
Quilate.
Etimología y origen del término
Es una historia que se remonta en el espacio
y el tiempo, miles de kilómetros y años nos separan de ella, y que tiene lugar cuando,
en pleno auge de la Ruta de la Seda los comerciantes de piedras
preciosas, en sus desplazamientos entre China y la antigua Grecia, necesitaban de
una medida de peso para comerciar con ellas.
Y se dieron cuenta de que las semillas
de las algarrobas, fruto del algarrobo (Ceratonia siliqua), una vez
secas, presentaban dos características fundamentales: una la de su homogeneidad,
al tener prácticamente todas ellas la misma masa; otra la de su abundancia, pues
el algarrobo era un árbol común muy extendido por todo el Mediterráneo. Dos
peculiaridades que las convertían en ideales para ser utilizadas como unidad de
medida. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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