(Continuación) Sin ánimo de ser exhaustivo,
intención de ser excluyente ni propósito alguno de agotar el tema, estas
características las podemos resumir en una manita de leyes, las cinco leyes de
las leyendas urbanas:
Leyes
de las leyendas urbanas
UNA. El extraordinario sucedido le pasa siempre
a un amigo, de un amigo, de quien te lo cuenta, es lo que se conoce en el argot
como un ADUA (amigo de un amigo), pero eso sí, es de total confianza. Tanta
que quien te lo cuenta, hasta jura que es cierto lo que te cuenta, aunque él no
lo ha visto, que esa es otra. No conoce al amigo del amigo ni sabe su nombre ni
sus apellidos y además no tiene posibilidad alguna de saberlo. O sea que no
sabe nada.
Pero no importa, él te lo asegura y con eso
basta. La cosa funciona más o menos así: “Pues al compañero de trabajo de mi
primo Carlos, le pasó una vez que...”. Es el primer punto débil de la historia,
nunca hay nadie a quien le haya sucedido personalmente.
DOS. Las leyendas aparecen de forma súbita,
casi misteriosa, y nadie sabe de dónde salen, no existiendo además ninguna
fuente donde comprobarlas aunque, curiosamente, todo el mundo las conoce. Y para
más inri quien las cuenta es una persona fiable, que las narra en un estilo
creíble porque las cree, probablemente esto es lo peor. Un mal asunto, pues
están de por medio las credulidades personales. Otro punto débil.
TRES. Los lugares en los que acontecen
suelen ser sitios cotidianos como la casa, la oficina, el metro o la autopista,
y las personas a las que les suceden son, o parecen ser, normales, como usted y
yo. O sea que todo es de lo más natural, lo que ya no lo es tanto es lo que les
ocurre, demasiado para ser cierto y creíble.
CUATRO. Las leyendas urbanas se suelen
escuchar como si fuesen verdades absolutas porque están en el límite de la
credibilidad. Aunque la mayoría de las leyendas urbanas son falsas, al estar
rozando la verosimilitud, venir acompañada de un gran número de detalles, ser
contadas con pasión y circular de boca en boca, se hacen más creíbles. Pero no
se fíe. Lea, documéntese y razone con conocimiento de causa.
QUINTA. Aunque su origen se remonta a los
años 70 del pasado siglo XX, fue Internet quien propició el despegue de
las leyendas urbanas como un fenómeno global. Precisamente fue vía e-mail
como tuve noticias hace tiempo de ésta, cuando un conocido me mandó la historia
diciéndome que se la había enviado un amigo, cuyo hermano tenía un amigo que la
había leído en un medio de comunicación, pero que no se acordaba de cual era,
pero que era seguro pues… No le canso, ad nauseam.
En fin, vayamos con el montaje/desmontaje
de la leyenda y lo que tienen que decir credulidad, creencia, lógica
y ciencia sobre ella.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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