viernes, 10 de enero de 2020

A propósito del gas mostaza

(Continuación) Un arma química, este denominado gas mostaza, realmente terrible por diversos motivos. Para empezar resultó ser de lo más versatil al poderse utilizar en cualquier estado de agregación de la materia (gas, sólido y líquido). Además, al no tener olor ni color, era prácticamente indetectable y sus efectos resultaron terribles no solo porque afectaba a todos los sentidos, sino porque al entrar por las membranas mucosas provocaba una agónica muerte por asfixia.
Pero es que, para más inri, se trata de un producto vesicante, de forma que el simple contacto con la piel humana provoca irritación, ampollas y quemaduras realmente dolorosas que pueden llegar a la destrucción de los tejidos. Sin duda fue un gas que en combate se convirtió en la peor pesadilla de cualquier soldado.
Apunte químico bachiller
En puridad su nombre químico es sulfuro de dicloroetilo, C4H8Cl2S, y fue sintetizado por primera vez a mediados del siglo XIX por el químico alemán Victor Meyer (1848-1897), que sin embargo no descubrió sus terribles efectos en un ser vivo. Este descubrimiento no llegó, afortunada y desgraciadamente, hasta el siglo siguiente con la contienda bélica.
Del alemán indicarle que hizo alguna que otra investigación relevante en química orgánica e inorgánica y que inventó un aparato para determinar la densidad de los gases que lleva su nombre. Además fue galardonado en 1891 con la medalla Davy que concede la Royal Society y que toma su nombre del gran químico británico del siglo XIX Humphry Davy, sí el hermano de John.
Volviendo a la nomenclatura del compuesto, sulfuro de dicloroetilo y gas mostaza por ahora, sepa que también es conocido como agente mostaza, mostaza de azufre o sulfurada y H, HD, HS y HT por sus distintas denominaciones militares.
En realidad la expresión ‘gas mostaza’ también se emplea para referirse a una mezcla de productos químicos de la misma familia (hay mostazas sulfuradas, nitrogenadas), de modo que en este caso lo correcto sería decir ‘gases mostaza’. Pero a lo que vamos, en el lenguaje común, la expresión en singular se utiliza de forma indistinta, tanto para designar a la mezcla como para referirse al sulfuro de dicloroetilo, cuya producción a gran escala durante la contienda se debió al químico alemán Wilhelm Steinkopf (1879-1949).
El eponimo iperita
Y como enésima forma de referirnos a él tenemos la del epónimo ‘ieperiet’, iperita, en clara alusión a la localidad belga de Ypres donde, como se habrá percatado a lo largo de estas lecturas, durante la guerra sucedieron varias cosas, por primera vez y en distintos años (1914, 1915, 1917). Unas primicias maravillosas, como la tregua y el partido de futbol y otras no tanto como el uso de diferentes gases venenosos que se probaron allí.
Bueno pues lo dejo aquí, que como decía mi abuela María lo poco gusta y lo mucho cansa, aunque consciente de que he dejado vínculos en el aire, como esa posible relación entre los términos guerra, futbol y cultura. O lo del fuego griego, el papel de Haber o el de la familia Davy que se me han ido crudos. Por cierto, acabo de caer en la cuenta que fue durante esta guerra, cuando murió el extraordinario científico inglés Henry Moseley, cuya historia es imprescindible que aparezca en este negro sobre blanco bloguero, así que es otro imperdible.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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