(Continuación) Bien, creer
creemos pero, ¿practicamos el rezo?
¿Somos de rezar?
Pues hay de todo como
en la viña del Señor, nunca mejor dicho. Y, claro, si uno se afirma como una persona
religiosa, qué duda cabe que el acto de rezar, quizás, sea una de las prácticas
en la que más piense. Otra cuestión es que sea la que más realice, pues del
dicho al hecho ya se sabe.
Con valores muy
parecidos en todos los países, sin embargo, la frecuencia está de lo más
repartida. Y así van desde el 30 % de personas que aseguran rezar todos los
días, hasta el 34 % que afirma no hacerlo nunca o casi nunca, pasando por otro
34 % que dice hacerlo una vez a la semana (18 %) o una vez al mes (16 %). Además,
dentro del grupo de personas (mujeres y hombres) que declaran rezar a diario el
perfil ideológico es claramente de derecha.
Una circunstancia que se
muestra de forma acusada en España e Italia, más moderada en Reino Unido o
Francia y que, curiosamente, se invierte en Alemania donde resulta que hay más
personas de izquierda que de derecha, que recen todos los días.
¿Influye la religión en la conducta de los
ciudadanos?
Sí, pero cada vez lo
hace menos. El paso del tiempo ha traído consigo una pérdida a pasos
agigantados, del papel que la religión juega en la visión que los europeos
tenemos de nuestro comportamiento social. Y ya no consideramos que sea
necesario ni casarse, ni vivir en pareja, ni tener hijos para ser feliz, es más,
somos partidarios del matrimonio homosexual (53%) y de que lesbianas y gays
puedan adoptar hijos (49%).
Incluso en determinados
momentos cruciales, como son el principio y final de la vida humana, hemos
cambiado y estamos a favor de la eutanasia en un 59 % y, en menor medida, a
favor del aborto, 40 %.
No, no hay margen para la duda. La pérdida de influencia de la religión en los últimos años es más que evidente, y como causas razonables de este creciente desapego creyente podemos citar entre otras: los avances de la ciencia, el proceso de democratización, la urbanización de nuestra sociedad, etcétera.
No, no hay margen para la duda. La pérdida de influencia de la religión en los últimos años es más que evidente, y como causas razonables de este creciente desapego creyente podemos citar entre otras: los avances de la ciencia, el proceso de democratización, la urbanización de nuestra sociedad, etcétera.
Se trata de una disociación
entre la fe y la aplicación de la doctrina católica que en la esfera
privada se manifiesta en que cada vez menos gente va a misa, menos gente se
casa -por la Iglesia o por lo civil- menos gente bautiza a sus hijos y menos
gente acude a los funerales, lo último de lo último como quien dice. No, desde
hace tiempo la sociedad española no comparte muchos de los planteamientos de la
Iglesia, a pesar de que se manifieste católica. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario