(Continuación)
Y esotros protestan porque escribo sobre lo que ellos quieren, pero no en la
forma que les gusta, o sea no como ellos lo desean leer, razón suficiente por
la que me suelen ponen a parir cuando muestran su enfado y protesta. Qué le
vamos a hacer. Soy consciente de no poder estar a la altura intelectual de
algunos lectores, cosa que lamento y por partida doble ya que valoro, de un lado,
el esfuerzo del lector al escribir y, de otro, la posibilidad de polémica y
controversia que con su escrito genera. Algo de lo más interesante y
terapéutico, créanme, pues salvo un imponderable, no suelo tardar más de
veinticuatro horas en contestar a todos. A cualquier remitente y a todo tipo de
remite.
¿Y para qué escriben? Entre otros,
hay un grupo de lectores que van a la caza del gazapo, de la real o supuesta
pifia deslizada por un servidor en el escrito, y que gustan de comunicarte. Ya
saben a qué me refiero, esos errores que deja escapar quien habla, o como en
este caso escribe, y que pueden tener muy diferentes orígenes. Desde la
ignorancia del autor, hasta una simple inadvertencia tipográfica, pasando por
un error de documentación o una generalización hecha de forma rápida y, por
tanto, de consecuencias peligrosas. El caso es que no importa cuantas veces se
haya revisado y corregido el escrito. Un gazapo que se precie de serlo estará
camuflado en el texto, oculto a la vista de su autor, permaneciendo al acecho
en espera de su momento que no es otro que el día de su publicación. Entonces
saltará y se le verá. Está allí el hideputa, y a veces es enorme el muy cabrón.
Hasta
entonces a uno se le ha pasado por alto, pero, ahora, en el negro sobre blanco
del periódico o de la pantalla, o bien lo detecta uno mismo (no suele ser mi
caso pues no me suelo leer) o bien un avezado lector te lo comunica (que sí lo
es). En cualquiera de ellos, ambos los he vivido en mis propias carnes, les
aseguro que acojona. Debo aclarar que, por suerte, los lectores que me escriben
sobre mis gazapos lo suelen hacer de forma amable y nada pedante, a pesar de
tener razón. Lo que los retrata. Yo por mi parte encantado y agradecido ya que
es doble la lección que me dan. Una de humildad, nunca se puede saber todo
sobre todo y siempre habrá alguien que sea una autoridad en el asunto que
trates, otra de respeto hacia el lector, por su categoría y seriedad al abordar
el texto. Gracias.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
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