En
las anteriores entradas taurino-científicas relacionadas con la
presencia en el coso taurino del Arenal sevillano, del científico victoriano Sir Francis Galton en ese Domingo de
Ramos del 2 de abril de 1899, hace
ahora ciento veinte (120) años, quedaron en el aire algunas preguntas cuyas
respuestas ya han aparecido en esta tribuna pretendidamente divulgativa.
Me
refiero, por orden de aparición, a: ‘¿Por qué la Semana Santa cae cada año en una fecha diferente?’ ‘¿Por qué hay siempre Luna llena en Semana Santa?' ‘¿Cuándo
y por qué se crearon los husos horarios?’ ‘¿Por qué y desde cuándo se cambia la
hora dos veces al año?’. Y formaban parte de su argumentario ciencias como: matemáticas, mecánica, ciencias del espacio,
metrología, etcétera.
Pero como las planteé manteniendo un
paralelismo taurino-literario con Seis
personajes en busca de autor, no tuve más remedio que dejarle un par de
preguntas más en busca de respuestas (Pirandello,
‘dixit’), que probablemente recuerde:
‘¿Qué forma tenía la Maestranza de Sevilla en las postrimerías del siglo XIX?’
‘¿Era rectangular, octogonal o “redonda”?’. Pues bien, aquí las tiene, y para
ello nada mejor que empezar por el principio, haciendo algo de historia de la
forma de los cosos taurinos.
Breve historia de las formas de las plazas de toros
En
un principio las fiestas de toros se celebraban en las plazas públicas dado que
empezaron como espectáculos gratuitos. Y como todas ellas eran más o menos poligonales
y cerradas en las balaustradas, que estaban protegidas por maderos que ejercían
de burladeros, así era también el recinto que delimitaban. Unos espacios por lo
general cuadriláteros (en geometría
euclidiana, polígono de cuatro lados y cuatro vértices, cuyo nombre desde
el punto de vista de la etimología
deriva de las voces latinas quadri,
que significa “cuatro”, y latus, que
significa “lado”), como el cuadrado o el rectángulo.
Unas
formas que no planteaban mayores problemas a la lidia, que por aquel entonces
se realizaba a caballo, y en la que el toro apenas paraba en el centro de la
plaza y el público participaba de forma activa en ella. Como ejemplo tenemos
las ‘fiestas de toros y cañas’ que se celebraban en la Plaza Mayor de Madrid. Sin
embargo con la llegada de la lidia moderna, el toreo a pie, algunas cosas
cambiaron. Para empezar el público pasó a convertirse en un mero espectador y
por su parte, el toro, tiene más facilidad para acularse en un ángulo de la
plaza, donde se hace prácticamente imposible torearlos.
De
ahí que la figura del recinto empiece a cambiar, haciéndose su perímetro curvo
y sin esquinas por tanto donde el toro pueda querenciarse y cobardear. Una
distribución que sin duda alguna da mayor movilidad al toreo, favoreciendo así al
espectáculo, y en la que tiene un papel protagonista la plaza de toros de
Sevilla. La primera plaza de toros redonda de la historia o, bien dicho, con
pretensiones de serlo, y con una dificultad cognitiva añadida que en mi opinión
acompaña al adjetivo. Porque esa es otra, ¿qué significa redonda? Vayamos primero con la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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