‘Memorias de mis
putas tristes’
(Continuación). Lo que no está tan bien y puede llegar a engañar, es que
aparece lo que no es tan esperable ni deseable. Un enorme error, un error de
bulto, de esos que cometen los que confiesan ser “de letras” y que los números
pues, que se le dan fatal. De esos va, ya que resulta que en su librito el
maestro asegura que Jesús de Nazaret nació hace dos mil quinientos (2500) años,
recuerden que la novela es de 2004. Ya se lo dije, un error alfanúmerico lo que
no está nada bien, máxime siendo vos quien sois. Gabo ‘dixit’.
Lo malo es que eso no fue lo peor. Cuando se
le hizo caer en el error de cálculo que había cometido, lejos de disculparse,
se defendió diciendo que lo había pergeñado adrede. Alegó que como el libro se
seguirá leyendo dentro de quinientos (500) años pues, “para entonces ya estaría
actualizado el dato”. En fin, que el colombiano, como en el siglo XVII, se
mantuvo en lo de ‘sostenella y no enmendalla’. No, si al final va a tener razón
Vargas Llosa cuando dijo sobre él lo que dijo y cómo lo dijo. Pero dejémosla
estar que ésa es otra historia. Mientras, nuestro enamorado, nonagenario y putero
periodista, sigue con su virgen y adolescente putita, con la flor de su amor de
burdel rebautizada: Delgadina. Hortensia, la puta.
Putas de Ámsterdam. Nunca he estado en Ámsterdam,
pero los que allí han ido cuentan que, en esta ciudad de ambiente húmedo,
salvaje y sexy, las putas se exhiben en unos escaparates con cortinilla de
terciopelo. Allí dentro e iluminadas con luces rojas, esperan la llegada del
cliente que las desee. Dicen que se muestran casi desnuda, arregladas con una
ropa interior un tanto churrigueresca y con un aspecto alegre, opulento y
lustroso. La escena me la imagino como una mezcla entre laboratorio fotográfico
y carnicería de supermercado, y no tengo claro el porqué. Aunque quizás sea por
lo de las rojas luces y lo que de expositorio de carne muerta, en este caso
triste carne, tiene el negocio. Quizás.
Lo que sí pienso es que, en verdad, su piel
debe tener ese color que sólo dan la oscura combinación de la noche y el
hastío. Y que el neón rojo lo que hace es disimular sus patas de gallo y sus
legañas de duermevelas. He leído que, al principio, pueden parecer muñecas inanimadas
de lo poco que se mueven. Esto es por ahora, parte de lo que ocurre dentro del
escaparate, pero fuera, en la calle también pasan cosas. Por lo general la gente
las mira a distancia, y si se acercan al escaparate, lo hacen poco y con cuidado,
como con miedo. Claro que, en ese caso, ellas ni caso, ni se inmutan. Saben que
son solo curiosos. Pero si se acercan más, sin temor, como buscando ya sabe,
entonces fruncen el morrito y se masajean los senos. Esos son potenciales
clientes, y entonces vaya si se mueven, y se mueven más si ven que se deciden a
entrar en el prostibulario. Es cuando corren la cortinilla de la luna del
escaparate y se dejan hacer y les hacen lo que les pidan. Ésa es su profesión.
Son putas de mancebía. Hortensias de Ámsterdam.
Una línea de entrada muy diferente a las del resto del blog que me gusta. Enhorabuena por la variedad.
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