Es el final
de la Semana Santa y contiene el
único mensaje posible para un creyente, tras esos últimos días de pasión y
muerte: la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo aquí en la Tierra. Unos significativos eventos de
fe que el Cristianismo celebra mientras que en el cielo la Luna está en lo suyo, cambiar de fases: de creciente a menguante
pasando por el plenilunio del viernes
19.
Unos sucesos
astronómicos-religiosos que ya hemos enrocado en esta tribuna bloguera, y de los que sabemos que cambian de fecha un año para otro,
de modo que el lugar que ocupa la Semana Santa en nuestro calendario -se inicia
el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo
de Pascua, con Luna llena
incluida- es variable.
Una tripleta de circunstancias
-calendaria, religiosa y celeste- de la que estoy convencido que está al tanto,
y que podemos resumir diciendo que la Semana Santa varía de fecha cada año, ya
que depende del día y mes en el que caiga el Domingo de Resurrección, que a su
vez está supeditado a una fase de nuestro satélite, la del plenilunio.
¿Cuándo cae la Semana Santa?
Sabemos que
casi todas las fiestas religiosas se celebran siempre en el mismo día del año y
así, la Navidad lo hace el 25 de
diciembre, la Epifanía el 6 de enero,
San Juan Bautista el 21 de julio, y
la Asunción de la Virgen María el 15
de agosto, por citar algunas. Casi todas, les digo, pero no todas pues, sin ir
más lejos, el Domingo de Resurrección no tiene una fecha fija, lo que conlleva que
la celebración de la Semana Santa se mueva de un año para otro.
Un cambio que
no puede tener un motivo más lógico y humano -se intenta hacerla coincidir lo
más posible, con la fecha real de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo-, si
bien su puesta en práctica no es del todo sencilla, ya que depende del
calendario científico (solar o lunar) en el que se base la fecha de la
festividad religiosa.
Es así
porque, mientras las primeras fiestas citadas, se rigen por el bastante exacto calendario gregoriano o solar de 365,25
días, la Pascua de
Resurrección lo hace por el inexacto calendario
judío o lunar, que consta de doce lunas de 29,5306 días, lo que da un cómputo
de días distinto a los reales. Un desfase temporal acumulativo que, con el paso
del tiempo, llega a originar una diferencia cuantitativa lo suficientemente
significativa, como para que se tuvieran que tomar medidas.
Concilio
Ecuménico de Nicea
En plural
porque fueron varias, si bien la definitiva no llegó hasta el I Concilio Ecuménico de Nicea convocado por el emperador
Constantino en el año 325, y donde
se decidió que el Domingo de Pascua
fuera el inmediatamente posterior a la primera
Luna llena eclesiástica tras el equinoccio
de marzo, asociado al inicio de la primavera
boreal en el hemisferio norte. (Continuará)
[*] Introduzcan
en [Buscar
en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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