(Continuación) Les dejé hace unas semanas, abríamos con Sócrates, con la incertidumbre de
si lo suicidaron sólo con cicuta,
dado lo horrible y abominable que resulta la muerte con semejante veneno. Y es
que llama la atención que, en la descripción legada por Platón, no se especifiquen y ni siquiera se mencionen los violentos
síntomas que este tipo de envenenamiento produce.
Una especie de recelo intelectual sobre el uso exclusivo de la cicuta
socrática que aumenta cuando, al referirse a ella, Platón emplea el término «farmakon», que en griego significa lo
mismo veneno que remedio.
Y es que tanto los egipcios como los griegos utilizaban cicuta
pulverizada mezclada con grasas animales, para aplicarla en heridas e
intervenciones quirúrgicas. «Farmakon» y no «koncion»,
que era la palabra que los griegos utilizaban para referirse a la cicuta como
veneno ¿Por qué entonces Platón usó la palabra «farmakon»?
Unas sospechas meramente teóricas que en el siglo XVIII, cuando la
historia y la ciencia empezaron a adquirir un sentido más crítico, hicieron
pensar que quizás, la muerte de Sócrates pudo venir de la mano de la cicuta
mezclada con opio. Una hipótesis empírica,
propia de los tiempos modernos.
Orfila y Sócrates ¿cicuta con opio?
Una hipótesis venenosa que nos viene de la mano del padre de la toxicología moderna, el médico y
químico mallorquín Mateo Orfila
(1787-1853), que al respecto escribió:
“Los accidentes determinados
por la acción de la cicuta están tan poco de acuerdo con lo que han hablado los
antiguos, y sobre todo los griegos, que hoy se cree generalmente que sólo hay
una simple analogía de nombre entre la cicuta actual del norte de Europa y la
que los atenienses empleaban para la ejecución de los condenados a muerte.
Probablemente en el caso de
Sócrates se combinó la cicuta con opio, para que no fuera consciente de su
situación hasta el final, puesto que la cicuta no afecta al cerebro”.
Así es como Sócrates, según Platón, pereció. Percibiría en un
primer momento pesadez en las piernas, por lo que se acostaría para que el
veneno surtiese el efecto esperado, mientras todos sus miembros se enfriaban y
perdían sensibilidad en el umbral mismo de la muerte.
Por lo que sabemos otros griegos célebres mezclaron la cicuta con zumo
de adormideras para que su final fuese más dulce. Una cuestión de gustos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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