miércoles, 17 de octubre de 2018

¡Es un telescopio, no un cañón! (y 2)

(Continuación) Arte les decía ayer porque, dado que estos telescopios de montura altacimutal no disponían de ningún sistema o método para compensar el movimiento de la Tierra, la forma de observar por él era algo singular.
Una de esas formas de trabajar era apuntar con él a un punto generalmente en el meridiano, mirar por el ocular cómo iba desfilando el cielo por delante de su campo de visión y describir lo que veía en esa estrecha franja Este-Oeste, a alguien que era quien tomaba las anotaciones.
Ese alguien en su caso fue nada menos que su hermana, Caroline Herschel (1750-1848), la mujer que cazaba estrellas y cometas, toda una científica y una Hacedora de la Ciencia.
Y así hasta la siguiente noche despejada en la que observaba otra franja, situando el tubo con una elevación ligeramente diferente. De esta manera los Herschel fueron explorando todo el cielo visible desde Inglaterra, noche tras noche. Un trabajo tedioso y preciso, y una observación y toma de datos laboriosa y delicada.
El telecopio de Madrid
Hacia 1796 el astrónomo ya estaba trabajando en él y su construcción fue llevada a cabo en Londres con cierta celeridad. De hecho un par de años después, en 1798, se hicieron las primeras pruebas, otro tanto después, en 1802, desembarcaba el artefacto en Bilbao, y otro tanto más, en 1804, ya estaba en funcionamiento.
Y así estuvo hasta que en 1808 las tropas napoleónicas instaladas en el observatorio, recuerden que estaba en un cerro y por tanto desde el punto de vista militar era un lugar estratégico para la toma de Madrid, utilizaron la madera de su estructura como leña, salvándose tan solo el espejo parabólico que se conserva en la actualidad.
Ya en el siglo XX, y en la década de los noventa el Instituto Geográfico Nacional decidió reconstruir la estructura del telescopio, encargo que llevaron a cabo los profesores Bautista, Leal, Medina y Muñoz, siendo realizada por por Francisco Mendieta en su astillero de Bermeo (Vizcaya).
El edificio donde está es un pabellón del arquitecto Fernández Alba, y desde 2004 es visitable los fines de semana con cita previa. Se trata de una admirable maqueta, el edificio tiene una bella cubierta pero eso sí, no se abre al universo.
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