(Continuación) Un luctuoso sucedido, el abrileño
de 1862, que recorrió y conmovió a toda la España de finales del siglo XIX, como
así lo prueba la copla popular que se compuso en su honor: ‘Pepete salió a la plaza / como un toro valiente / por salvar un
picador / el toro le dio muerte’.
A grandes rasgos, todo lo anterior que le
cuento como leyendas es tan cierto, como incierta es que el negro de la divisa de Eduardo Miura se deba a dicho sucedido. Le explico. Estará al tanto
de que en provincias esta ganadería luce verde y grana en su divisa, mientras
que cuando lidia en la capital ésta es de color verde y negro. Y que la razón
del negro capitalino, a diferencia del grana del resto de las plazas, es
precisamente a modo de señal de luto por la muerte de ‘Pepete’.
O eso dice la poética leyenda porque, al
menos en el mundo ganadero, la prosaica realidad es bien distinta.
Para ellos la diferencia
se hizo por motivos meramente prácticos, ya que coincidía con los colores de
otra vacada más antigua, que por aquellos entonces también lidiaba en la
capital. Y por lo que me susurra un pajarito taurino quizás fuera la de Plácido Comesaña pero lo dejo ahí, al
hilo del pitón.
El caso es que el cambio de color “divisero” se
hizo costumbre en los cosos taurinos desde entonces, a la vez que nacía una
saga torera cuya trágica relación con los miuras
volvería a establecerse ochenta y cinco años después, cuando ‘Manolete’
moría por la profunda cornada en el triángulo femoral o de Scarpa, que le producía “Islero”
el 28 de agosto de 1947 en la plaza de toros de Linares (Jaén).
Aunque con su permiso y en relación con el
año 1862, cuando el 20 de abril el miura ‘Jocinero’
mató a José Dámaso Rodríguez y Rodríguez
‘Pepete’ (1824-1862), me gustaría
hacerle un nexo científico.
No lo pude hacer en la entrada anterior que
es donde debía, por lo que lo hago ahora con la esperanza de que me disculpe
por ello. Ya sabe que me gustan mucho estas relaciones entre ciencia, arte y técnica. Son humanidades en sí misma, como poner
textos en contextos.
1862. Nexo científico (invierno y primavera)
Entre otros sucedidos y un poco a vuela tecla
recordarle que el 23 de enero nació el matemático alemán David Hilbert (1862-1943), uno de los más influyentes del siglo XIX
y principios del XX. Y pocos días después, el 3 de febrero, fallecía el
matemático, físico y astrónomo francés Jean-Baptiste
Biot (1774-1862) que destacó en diferentes campos de conocimiento: electromagnetismo,
óptica, astronomía, aeronáutica, geología, etcétera.
Ya en primavera, el 7 de junio, nacía el
físico húngaro-alemán Philipp Lenard
(1862-1947), ganador del Premio Nobel de Física en 1905 por sus
investigaciones sobre los rayos
catódicos y algunas de sus propiedades. Unos méritos científicos que junto
a otros quedaron en parte empañados por su militancia política, de corte nacionalista
radical.
Por si no cae ahora, en pleno
régimen nazi y siendo consejero de Hitler,
el físico impulsó la idea de una “física alemana o aria”. (Continuará)
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