(Continuación) Una “parte de razón” les decía
en la entrada anterior y antes de abrir el paréntesis ‘vertebral ‘mamifero’, que
nos viene de la mano de la morfología
de este encaste. Entiéndanme, no de la lingüística encargada de las reglas que
rigen la flexión, la composición y la derivación de las palabras, sino de la
morfología biológica, que trata de
la forma de los seres vivos y de su evolución.
A modo de prontuario solo apuntarles que los originarios
y ‘jurásicos’ cruces miuras, han terminado dando como resultado un toro legendario
y singular sin duda alguna del que, en relación con su lidia en la plaza, les
resalto algunas de sus principales características anatómicas.
Se trata de un animal alto de agujas sin llegar
a ser un toro astifino, más bien es de mazorca ancha, gruesa y generosa. De
mucho hueso y gran caja pero “agalgado” o levantado del suelo, una gran alzada tanto
de manos como de patas que les hace parecer que no están gordos y, sin embargo,
ser la mayoría de las veces los más pesados de las ferias.
No muy armónicos, suelen ser lisos, de poco
vientre, alargados y con mucho cuello y muy flexible, lo que unido a su gran
corpulencia le confiere una gran fuerza en el mismo. Y si a esto le añadimos la
velocidad con la que suelen girarse sobre sus manos, buscando lo que saben que
se han dejado detrás, ya empezamos a tener elementos justificativos de lo
difícil que resultan de torear.
Sin influencia aparente en su lidia diremos
también que es fino de piel, algo lavado de cara y con cierta variedad de
pelaje. Junto a los negros zaínos también abundan cárdenos, salineros,
colorados, girones, salpicados, berrendos, luceros, mulatos, sardos o castaños.
En fin, cualquiera de las factibles combinaciones vía selección natural que esté en las manos de la evolución natural.
“Pasar de castaño oscuro”
A propósito de la no influencia del pelaje o capa del toro en su lidia, he de hacerles una observación. Aunque
sin ninguna prueba que lo demuestre de manera cierta, a los toros de pelo
castaño siempre se les ha adjudicado, a
priori e indefectiblemente, bravura.
Por ende se les ha considerado al salir al ruedo, como seguros generadores de una
expectación admirativa en el público y de dificultades para su lidia entre los
toreros
Y si bien les digo que no es cierta dicha asociación
entre peligro y color de capa, no lo es menos que la idea caló en el mundo
taurino y ahí permanece desde entonces, como así lo prueba la expresión de más
arriba o la de “pasarse de castaño oscuro”, indicativas de que si el pelo del animal
se pasaba en el tono del color y se hacía más oscuro, la lidia podía ser todavía
peor. Credulidades de la tauromaquia.
Tanto caló la expresión, que del mundo
taurino pasó a formar parte del léxico de la vida cotidiana, para designar con
ella cualquier situación con dificultad o con pocas posibilidades de éxito. En
este contexto el Diccionario de la Lengua
Española (DLE) recoge la locución ‘pasar de castaño oscuro’ (sin la
preposición ‘a’) como la adecuada para referir el momento en que se sobrepasan
los límites tolerables de una situación o circunstancia. Y desaconseja ‘pasar
de castaño a oscuro’ (con la preposición ‘a’) para significar de algo
que es demasiado enojoso o grave.
En este mismo sentido, el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD)
explica que ‘de castaño oscuro’ es la designación de un solo color dentro de su
gama, por lo que se desaconseja la ‘de castaño a oscuro’, como si se tratara de
dos colores diferentes. (Continuará)
¿Piensa continuar? Me parece de lo más interesante y por ello convendría que salieran más seguidas en el tiempo. Le felicito por entradas de este tipo, la fiesta las necesita.
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