(Continuación) Un sentimiento recíproco al que nuestro hombre le añadió su ingenio creador,
su arte tatuador y, por supuesto, los últimos desarrollos de la ciencia y la tecnología en estos campos.
“La ciencia avanza que es una barbaridad”
Seguro que le suena la frase y que lleva
media vida escuchándola, incluso es posible que se haya parado a pensar qué importante
divulgador o investigador científico, en algún sesudo momento de su pensar
profesional, la acuñó.
Pues bien, desde ya le digo que no
malgaste su tiempo en esa dirección porque va a ser que no, que no procede de
un miembro del mundo científico ya que en realidad esta expresión es una
deformación de “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, que debemos
al mundo del arte.
En concreto al de la música y en particular a la letra de
una canción de una famosísima zarzuela. Sí lo sé, pero son cosas que ocurren. Ella,
la zarzuela, es La verbena de la Paloma,
un sainete lírico subtitulado El boticario
y las chulapas y celos mal reprimidos, estrenada en 1894 con música de Tomás
Bretón y libreto de Ricardo de la
Vega.
De forma breve les introduzco musicalmente.
Nada más iniciarse la función, y tras el preludio del primer cuadro, aparecen
en escena Don Hilarión y Don Sebastián, quienes comentan los avances de las
ciencias en general y de la medicina
en particular.
La parrafada de marra pertenece a la primera canción que lleva
por título El aceite de ricino y es
interpretada por Don Hilarión el viejo boticario y su amigo Don Sebastián. Hasta
aquí y perdonen el inciso zarzuelero.
Soundwave Tattoos
Y si es así, y la ciencia avanza que es
una barbaridad, ¿por qué no se va a poder guardar un sonido como recuerdo para
siempre, tatuado en nuestra piel? Eso mismo o algo parecido se debió preguntar el
enamorado tatuador Nate, mientras le daba vueltas al asunto en su cabeza.
De conseguirlo,
no solo complacería a su amada sino que pondría al arte del tatuaje en la
cresta de la ola artístico-tecnológica. Vamos que miel sobre hojuela, ya me
entienden.
De modo que, pensado y dicho, se puso a
investigar en una nueva
forma de impresión dérmica que se pudiera oír y, la verdad sea dicha, no tardó
mucho en conseguirlo. A los pocos meses se había tatuado unas ondas sonoras que podía transformar en sonidos gracias a una aplicación que
llevaba en el móvil.
Habían nacido los Soundwave
Tattoos, el arte de grabar y reproducir música en la piel, los tatuajes del
sonido. El primero se lo grabó en la parte interior de su antepierna izquierda
y consistió en la voz de su novia diciéndole 'I love you', y el balbuceo de su bebé por entonces con cuatro (4)
meses. De tener que tatuarse algo hoy, en pleno siglo XXI, no se me ocurre una
temática mejor.
Pero esa es otra cuestión, la del
significado de un tatuaje y la conveniencia de hacérselo, que podremos debatir
en otro momento. Ahora la que toca explicar es la de ¿cómo se puede oír un
tatuaje? (Continuará)
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