(Continuación) Una obra, La variación de animales y plantas domesticados(1868), de la
que les decía ayer que era la segunda en importancia que Charles Darwin escribió sobre la evolución, y de la que ahora
les apunto que es también la segunda, pero por una mera cuestión cronológica ya
que en realidad, no es más que una consecuencia de la primera.
El origen de las especies (1859)
Me refiero naturalmente a El origen de las especies, publicada el 24 de noviembre de 1859.Ya hemos enrocado
algo sobre ella y su autor pero, por si no quieren molestarse en buscarlo, les aporto
una breve reseña.
Darwin sin duda alguna fue el científico más influyente, de los pocos
que en aquella época plantearon la idea de la evolución biológica a través del mecanismo de la selección natural.
El más influyente, sí, pero no el
primero y único, ya que este logro en justicia lo debe compartir con el
naturalista británico Alfred Russel
Wallace (1823-1913) quien, de forma totalmente independiente, propuso una
hipótesis semejante y que de hecho motivó que Darwin se apresurara a publicar
la suya.
Sus palabras resultan del todo
reveladoras: “Jamás vi coincidencia más
impresionante; ¡si Wallace tuviera mi borrador escrito en 1842, no habría
podido realizar un resumen mejor!” O sea que sí, y Darwin lo sabía. Pero ya
saben que en esta vida unos tienen la fama y otros cardan la lana.
En cualquier caso la cuestión es que, a
partir de numerosos ejemplos extraídos de la observación de la naturaleza, el
genio inglés postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado a lo largo del tiempo, a partir
de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural.
Un fenómeno, el de la evolución, que fue aceptado en vida del
propio Darwin como un hecho cierto, no solo por buena parte de la comunidad
científica, sino también por algunos otros sectores de la sociedad.
Algo que no ocurrió con el mecanismo de
selección natural que él propone, y que
debió esperar algunas décadas para ser aceptado como explicación primaria del
proceso evolutivo. Una aceptación que no se produjo hasta la década de los años
treinta del pasado siglo XX.
Como es sabido, en la actualidad, y con
algunas moficaciones como no puede ser de otra manera y fruto de los nuevos
conocimientos, los descubrimientos de Darwin confoman una excelente explicación
lógica que unifica las observaciones que disponemos sobre la diversidad de la vida.
Trato de decirles con la breve reseña anterior
que la idea de Darwin constituye la
base de la síntesis evolutiva moderna
y, por ende, sigue siendo el acta fundacional de la biología como ciencia. (Continuará)
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