Mediante
este ocurrente y conocido anagrama hecho con el nombre y apellido de Salvador Dalí, y con su pública
expulsión del movimiento surrealista, su líder y fundador André Breton pretendía saldar algunas de sus viejas deudas con el
pintor. Algo que por cierto, sólo consiguió a medias. Verán.
Con
el ácido y corrosivo anagrama escrito en un latín macarrónico, Breton definía a
la perfección el apego desmedido del artista por el dinero. Y la verdad es que
no andaba falto de razón, en esta denuncia de su mercantilismo. Sin embargo, y
a pesar de intentarlo con todas sus ganas, no consiguió lo que pretendía. Y es
que al pintor le hizo gracia el anagrama, es más, quedó fascinado con él.
Tanto, que en su biografía reconoció sin inmutarse: “...se ajusta bastante bien a mis ambiciones”.
Con
este guiño al ninguneo, Dalí dejaba claro que en esta vida no ofende quien
quiere sino quien puede. Además, y lo que es peor, que podía quedar uno en
evidencia, cuando lo intenta. Después de todo, y a pesar de tener razón con el
anagrama, el escritor mostraba también su envidia personal. Su triste deseo de
hombre inteligente por poseer lo que tiene el hombre original.
Y
con su expulsión del movimiento el líder quiere desligarse y desligarlo, tanto
de la nueva tendencia onírico-pictórica, del ya delirante y suprarrelista Dalí,
como de la cadena de escándalos que protagonizó junto a Gala en los EE.UU. En su opinión ponía en peligro la credibilidad
del surrealismo y puede que así fuera.
Sin
embargo el pintor había conseguido, él solo y en pocos meses, lo que el
escritor y su grupo no habían logrado en años: hacer del surrealismo algo real
y tangible. Y por ahí es por donde sangraba la herida de la expulsión.
Una
decisión surrealista sobre el surrealismo que tampoco afectó al genio de
Figueras. Y como prueba este botón. Al día siguiente daba la siguiente y
cumplida repuesta en prensa: “No me
podéis expulsar ¡Yo soy el surrealismo!”. Y lo peor es que puede que fuera
así. Genio y figura.
No
obstante, con razón o sin ella, Breton no era justo. Dalí fue un artista
capacitado para pintar con la técnica de Velázquez, tener tanta creatividad
como cualquier maestro clásico y ser el único artista del siglo XX que mostró
interés por los avances científicos y tecnológicos de su época.
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