lunes, 9 de mayo de 2016

Perihelio de Mercurio. Einstein y la TRG (2)

(Continuación) Como el paso del tiempo nos mostró, la existencia vulcaniana tomó vida propia, eso sí, en otro universo. Éste de ficción o paralelo, si quieren.

Pero esa es otra historia, que me disperso. Y aquí estamos en lo que estamos. Con una de las ecuaciones relativistas de Einstein.

Ecuación con antecedente y consecuente
Una ecuación para la anomalía en el avance del perihelio de los planetas les decía, que en honor a la verdad les tengo que decir ahora, que ya existía.

Es nada menos que de 1898 y está enmarcada en una teoría de la gravedad que había desarrollado el físico alemán y maestro de escuela Paul Gerber (1854-1909).

Una interesante hipótesis de un científico prácticamente desconocido, que partía de dos premisas.

Una, según la cual, el fenómeno gravitatorio se propagaba a la velocidad de la luz (c).

Y otra por la que, el valor de la interacción gravitatoria atractiva entre dos masas, debía ser modificado en un factor de corrección que dependía de la velocidad a la que se movieran.

Importante reseñar aquí que, con la fórmula de Gerber-Einstein, podemos explicar no sólo la anomalía de Mercurio, sino también las de los planetas rocosos del Sistema Solar e incluso la de nuestro satélite, la Luna.

Sirvan de ejemplo las discrepancias menores observadas en: Venus, de ocho coma cincuenta y dos segundos de arco por siglo (8,52”/siglo); la Tierra, de tres coma ochenta y cuatro segundos de arco por siglo (3,84”/siglo); Marte, de uno coma treinta y cinco segundos de arco por siglo (1,35”/siglo).

O el asteroide Ícaro (1566), perteneciente a la categoría de asteroides Apolo, de diez coma cero cinco segundos de arco por siglo (10,05”/siglo).

Como se puede apreciar todos los cuerpos presentan una precesión de su perihelio, si bien la diferencia en su cálculo, según Newton o Einstein, se nota de forma más sobresaliente en Mercurio.

A propósito de los asteroides
Por si no caen en este momento y les ha picado la curiosidad, este grupo de asteroides Apolo es uno de los tres que se encuentran más cercanos a la Tierra.

Éste en concreto lo forman aquellos asteroides que se mueven en una órbita cuyo semieje mayor es mayor que el de la Tierra, o sea mayor de una unidad astronómica (1 ua), y cuyo perihelio es menor que el afelio de la Tierra, o lo que es lo mismo, menor que uno coma cero diecisiete unidades astronómicas (1,017 ua).

Por cerrar la información asteroidea, Ícaro fue descubierto en 1949 por el astrónomo germano-estadounidense Walter Baade (1893-1960), quizás menos conocido que el famoso Edwin Hubble (1889-1953), pero sin duda el astrónomo observacional más influyente del siglo XX.

Tiene además una cita que me encanta: “Los asteroides son los parásitos de los cielos”.

Si lo piensan no están mal definidos por el hombre de Monte Wilson, máxime si tenemos en cuenta además que descubrió hasta diez (10) de ellos, entre otros cuerpos celestes varios.

Interpretación gravitatoria relativista
En su revolucionaria aportación de la TRG -y no tanto por la observación discrepante de Mercurio, sino por la inconsistencia desde el punto de vista físico de algunos conceptos, entre ellos el de acción instantánea a distancia-, el genial Einstein pergeña una ingeniosa idea. (Continuará)







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