viernes, 1 de abril de 2016

Marie-Sophie Germain (2)

(Continuación) Durante cinco años y más de una docena de cartas, le hizo partícipe de sus investigaciones y razonamientos sobre la teoría de números y análisis matemático.

Y aunque se trató de una correspondencia muy irregular, Gauss sólo contestaba cuando lo que le remitía ella estaba relacionado con sus propios teoremas, dichos trabajos le dieron reconocimiento público.

Eso sí, el mérito científico era para M. Le Blanc, ya que ella no se había atrevido a dar su verdadera identidad. Aún era pronto para que una mujer pudiera dedicarse a semejantes tareas, usualmente de hombres.

Trato de decirles que Gauss, claro, pensaba que el remitente de tan brillantes estudios era un hombre, qué si no. Un error de identidad del que salió en 1806 y de una forma un tanto insólita.

Todo vino porque Napoleón invadió Prusia y ocupó la ciudad natal de Gauss.

Entonces Marie-Sophie, temiendo por la vida del matemático y que ésta pudiera correr un destino similar a la de Arquímedes, se puso en contacto con un general amigo de su familia.

Le pidió que resguardara al matemático de cualquier peligro. Una misión que el general cumplió con creces. Localizó al matemático, le contó lo del encargo y le dijo quién era su protectora.

Una información, que ya se lo pueden imaginar, dejó a Gauss tan agradecido como confuso. Nunca había oído hablar de tal señorita, eso fue lo que le dijo al general. Quien entre sorprendido y abochornado escribió a la Germain.

Correspondencia epistolar
Le comunicó que había contactado con el matemático y que éste agradecía su mediación, pero que afirmaba no conocerla. Entonces ella no tuvo más salida que confesarle a Gauss su verdadera identidad, en una carta que le escribió en 1807:


    «M. Pernety me informó que él le ha comunicado mi nombre. Esto me lleva a confesarle que no soy tan completamente desconocida para usted, como podría creer, pero que por temor a la burla ligada a una mujer científica, he adoptado previamente el nombre de M. LeBlanc en la comunicación de aquellas notas que, sin duda, no merecen la indulgencia con la que me ha correspondido».

A lo que el científico alemán contestó:

    «Pero cómo describirte mi admiración y asombro al ver que mi estimado corresponsal Sr. Le Blanc se metamorfosea [...] cuando una persona del sexo que, según nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar muchísimas más dificultades que los hombres para familiarizarse con estos espinosos estudios, y sin embargo tiene éxito al sortear los obstáculos y penetrar en las zonas más oscuras de ellos, entonces sin duda esa persona debe tener el valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior».

“El valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior”, escrito de la mano de un gran hombre, Gauss, y destinado a una gran mujer, Sophie. Más alto quizás, pero más claro no creo que se pueda decir.

¡A dónde habría llegado la Germain, de haber recibido una educación matemática apropiada a su valía!

Nuevamente y para su sorpresa, al igual que ocurrió con Lagrange, Gauss se decantó por su excelencia intelectual dejando de lado su condición de mujer.

De hecho a partir de ese momento redobló la admiración que sentía por el talento y la valía de sus trabajos matemáticos.

Sin embargo esto no impidió que fuera espaciando las respuestas a sus cartas, hasta que la correspondencia entre ellos terminó en 1809. Un comportamiento extraño. (Continuará)


1 comentario:

  1. Manuela Sánchez1 de abril de 2016, 8:59

    Qué raro que no le hayan dedicado un 'doodle'

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