Es una de esas caras que el poliedro que conforma este cuerpo de conocimientos, pilar de la Física Moderna, que es la relatividad einsteniana tiene. Una cara con bastante morbo histórico y cierto tirón mediático, tanto en el mundo científico como en el extra científico.
¿Contribuyó Mileva en los famosos artículos que Albert publicó en 1905?
A una pregunta parecida, realizada en una encuesta de principios del siglo XXI, el setenta y cinco por ciento (75 %) contestó que sí, que creían que ella colaboró en esos artículos de 1905, el annus mirabilis, “año milagroso”.
Pero claro, ¿qué nivel de formación tienen esos encuestados para sustentar esa creencia? ¿Existen pruebas de esa colaboración? ¿Hay al menos evidencias? Pues veamos.Del nivel histórico-científico de los encuestados lo cierto es que no tengo datos, por lo que lo dejo ahí. De las pruebas existentes, o al menos evidencias, les resumo lo que sé. Aunque antes aviso.
Como en otras entradas biográficas anteriores del genio ya les he reseñado algo acerca de la relación entre Albert y Mileva, tanto en lo personal, como en lo sentimental, como en el terreno científico, ahora me centraré sólo en aquellos aspectos imprescindibles para el desarrollo de los intereses de ésta.
Y para su exposición escogeré un sencillo criterio cronológico, por lo que empezaré por el principio que, como dice el castizo, es lo que va antes.
1896. El principio de todo
A finales de este primer año de la segunda mitad de la década de 1890, es cuando se conoce nuestra pareja. Lo hace en el Instituto Politécnico de Zúrich, al que Mileva llega “rebotada” de los estudios de medicina. Junto al traslado le precedían informes que la hacían poseedora de un magnífico expediente académico y de una inteligencia brillante.
Y en él comienza sus estudios de física y matemáticas, ya que era uno de los pocos centros europeos de enseñanza superior de este tipo que, por aquella época, admitía a mujeres como alumnos. La titulación que otorgaba el politécnico permitía dedicarse profesionalmente, a la docencia de ambas disciplinas.
Así que es en esta institución donde se conocen y, lo que es más importante, se reconocen. No se lo he dicho pero ella era la única mujer de la clase y durante ese primer curso sólo fueron compañeros.
1897. Separación temporal y cartas
Pero algo cambia cuando ella al año siguiente, en 1897, abandona de forma temporal el instituto para irse de oyente a la Universidad de Heidelberg. (Continuará)
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