martes, 15 de diciembre de 2015

Fertilidad masculina: Volumen de esperma

(Continuación) Porque lo mollar en este asunto es que los espermatozoides son los responsables de la mitad de nuestra existencia. Y que este factor masculino está asociado con el cincuenta por ciento (50 %) de la esterilidad conyugal y, en el treinta por ciento (30 %) de los casos, es el único responsable.

Cuando utilizo la expresión factor masculino, casi un eufemismo, me estoy refiriendo a magnitudes científicas concretas como el volumen, la concentración y la movilidad del esperma. Que en España, desde hace unos años, va de mal en peor.

Por decirlo de forma rápida, un estudio comparativo realizado (creo que es el primero de este tipo), a lo largo de diez (10) años, arroja unos resultados de conclusiones inquietantes: la calidad del esperma hispano disminuye a razón de un dos por ciento (2 %) anual.

Lo que no es poco.

Una tendencia cuantitativa decreciente que, por otro lado, se ve refrendada por las notas emitidas tanto por clínicas de reproducción asistida (hablan de un empeoramiento de la calidad espermática), como por bancos de semen, que manifiestan que sólo el diez por ciento (10 %) de los aspirantes a donantes resultan aptos.

Volumen de esperma
Se estima que el volumen promedio de un eyaculado, realizado después de tres (3) a cinco (5) días de abstinencia, oscila entre uno y cinco mililitros de semen (1-5 ml).

Es algo así como una cucharada de café para que se hagan una idea, si bien se estima como volumen normal el de un mililitro y medio (1,5 ml), considerándose una alteración valores por debajo de él.

Si es tan solo algo inferior se denomina hipospermia y si es muy, muy, inferior, es decir si prácticamente no hay eyaculado, se habla de un caso de aspermia. Eso es en la práctica, porque han de saber que el semen nunca se acaba.

Quiero decir que si bien con el tiempo el esperma presenta cambios en su composición y conformación, el hombre nunca deja de producir semen mientras esté vivo. No tienen límite ni la edad de uno ni la cuantía del otro.

Por el contrario, en el caso de la mujer no es así. El número de óvulos que producirán a lo largo de toda su vida viene ya establecido. Como también viene establecida una edad límite de producción.

No, desde el punto de vista biológico, mujeres y hombres tenemos nuestras diferencias.

Y centrándonos en lo nuestro, conviene destacar que el problema de la fertilidad masculina no está tanto en el volumen de esperma, sino en su concentración en espermatozoides. Porque, ya lo saben, una cosa es el esperma y otra los espermatozoides.

Los espermatozoides, producidos en los testículos, son tan solo uno de los componentes del semen, junto otras sustancias producidas por las vesículas seminales y la próstata, por ejemplo.

Las primeras aportan fructosa, que sirve como fuente de energía para los espermatozoides; mientras que la próstata aporta sustancias que permiten que el semen se licue dentro de la mujer y así movilizarse con el impulso energético que proporciona la fructuosa.

Una especie de mezcla entre fuerza y maña.

Desde otra perspectiva, una cucharada de semen tiene un valor energético similar al de una clara de huevo.

Es decir, alrededor de unas veinte calorías (20 cal), ya que contiene unos ciento cincuenta miligramos (150 mg) de proteínas, once miligramos (11 mg) de carbohidratos y seis miligramos (6 mg) de grasas, entre otros componentes.

Y me quedo aquí. No sé nada de otras supuestas propiedades seminales. (Continuará)


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