martes, 18 de noviembre de 2014

A propósito de la Misión Rosetta


Les hago al tanto del primer acometizaje de la Historia. Una auténtica gesta épica y todo un hito científico y técnico, que ya enrocamos en parte con el doodle de Google y el tatuaje rosettero.

Pero por si no es así, y hay algún enrocado despistado, decirles que tras diez (10) años de viaje a bordo de la nave Rosetta y siete horas (7 h) de descenso, el módulo Philae se convertía el pasado miércoles 12 de noviembre, en el primer artefacto humano que se posaba en un cometa.

Un éxito sin precedente que, no obstante, se ha visto oscurecido por una serie de desafortunados sucedidos; una especie de oscuros y claroscuros astronómicos.


Oscuros en Chury
Para empezar han de saber que Chury es el nombre con el que los científicos que trabajan en la misión, se refieren al cometa 67P/Churyumov Gerasimenko. Un apelativo que no necesita justificación alguna. Basta con que intente pronunciar su nombre completo.

Pero les hablaba de que no todo ha salido lo bien que se esperaba. Por desgracia así ha sido.

Primero, al llegar al suelo del cometa, fallaron los ganchos para anclarla. No se desplegaron los arpones que llevaba, lo que hizo que la Philae rebotase un par de veces sobre su superficie, como si fuese un balón.

Es decir que acometizó tres veces. Unos movimientos no deseados, que le hicieron llegar a un punto distinto y peor al deseado y previsto en principio.

Era una zona llamada, por concurso público, Agilkia y que resultaba idónea por presentar no sólo una superficie plana, sino por tener una localización que aseguraba unas siete horas (7 h) de luz solar, con la que recargar las baterías.

Y peor porque donde acometizó, es una región casi oscura de este cuerpo celeste, lo que no es nada bueno como puede suponer. Frente a las siete horas esperadas de luz, apenas hora y media.

Un tiempo a todas luces insuficiente, que no le ha permitido cargar sus baterías. Pero no todo ha sido oscuro.

Claroscuros en Chury
No obstante, a pesar de la poca carga que tenían, no es poco lo que se ha conseguido hacer, ya que ha logrado transmitir datos muy valiosos, relacionados con buena parte de sus principales objetivos científicos.

Desde mandar imágenes extraordinarias del 67P hasta, incluso, realizar una maniobra de elevación y giro de su tren de aterrizaje, a efectos de recibir más luz solar.

Una maniobra que si bien no consiguió más energía electromagnética, sólo giró 35º, sí proporcionó nuevas vistas cometiles.

(¡Parece un cometa totalmente distinto desde este ángulo!, tuiteaba el robot, sorprendido por la nueva visión de su nueva casa, como si fuera un adolescente).

Pasando por activar otro instrumental y enviar nuevos y valiosos datos para su posterior análisis en la Tierra, tras un viaje de veintiocho minutos (28 min) de duración.

No debemos olvidar que la acción transcurre a quinientos millones de kilómetros (500 000 000 km), y ya sabemos que la luz “solo” puede viajar, como máximo, a unos trescientos mil kilómetros a la hora (300 000 km/h).

Entre los diferentes instrumentos que ha puesto en marcha se cuentan una taladradora de superficie y un espectómetro químico, que sin duda alguna ayudarán a determinar, cualitativa y cuantitativamente, propiedades físico-químicas como: naturaleza y composición del suelo y la densidad, temperatura, etcétera del cuerpo.

Tras llevar a cabo estas operaciones, el Philae ha pasado a modo silente. Permanece en reposo sobre la superficie en una especie de estado de hibernación, sin embargo la Misión Rosetta continúa.

Ah, que no se olvide, con sus últimos julios de energía nos mandó este mensaje vía Twitter: Estoy un poco cansado, ¿habéis cogido todos mis datos? Es posible que me eche una siesta...

No sé a ustedes pero a mí me despierta algo de ternura. Lo sé. Sé que no es más que una máquina, pero qué quieren. Estas cosas me pueden. Y no es por la edad. Siempre me han podido. (Continuará)





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