Con algo de retraso (el hombre propone y....) me pongo manos a la obra en la reseña del ejemplar que lleva por título ‘100 misterios sin resolver’. Por ahora el que va a la zaga de la saga de cienes, que Ediciones Lectio puso en marcha con buen criterio hace un tiempo, y que esperemos no sea el último.
Ya de entrada les confesaré que hay algunos detalles que me han llamado la atención de él. Sin ánimo de agotar el tema, les expongo una terna de ellos.
Del título y autores
Empezando por el título. Tras leerlo me ha asaltado un pensamiento. Si son misterios, es evidente que la razón de ello no es otra que su condición de no estar resueltos. Ergo, ¿a qué el pleonasmo?Ya, ya sé que es sólo un detalle gramatical, pero qué quieren. Soy así y estas cosas me preocupan.
Y continúo con los autores. Uno de ellos, no sé por qué, al leerlo a vuelapluma me resultó familiar: José María Íñigo (1942). Hice unas rápidas comprobaciones y en efecto, es él. Se trata del conocido y reconocido periodista y presentador.
Un profesional de los medios de comunicación, avalado por una larga y magnífica trayectoria, por lo que no necesita de presentación alguna.
Mas, si hubiera que ponerle un pero a su presencia en este libro, no sería otro que el de su bagaje intelectual y formación disciplinar. Quizás no resulten los más idóneos para enjuiciar, desde el campo del conocimiento cierto, si determinado fenómeno es un misterio o no.
Como pueden ver, un detalle más para añadir a una lista que, resulta evidente, no sólo me preocupa. También me ocupa.
Por último, en la página nueve del libro, el contenido de la ‘Introducción. Los inicios del misterio en TV’ conforma el trío de detalles.
De la Introducción
Es algo parecido a lo que ocurre con ese programa de televisión, que ignora en qué milenio estamos. O esa otra revista que no sabe contar años. No hay dudas de que, a veces, el subconsciente nos hace una mala jugada y nos delata. Estas cosas también pasan.
Y en ella, vuelvo a la introducción, aparecen como ciertos, supuestos misterios sin resolver (perdón).
Entre ellos: las “habilidades enigmáticas” de Uri Geller; la posibilidad de hacer crecer una planta varios centímetros, en cuestión de minutos; una entrevista al mismísimo conde Saint Germain o la conversión de plomo en oro, que realizó el propio presentador bajo la supervisión del aristócrata alquimista.
Y el remate de los tomates. El conde le aseguró estar en posesión de una sustancia, que podía devolver la vida a un muerto durante unos minutos. Y que lo había intentado con un perro. Y que sí, que hubo resucitación perruna, oiga.
Sí, pero no. Resulta que ningún hospital mostró el menor interés, por conocer la composición química de la susodicha sustancia y su posible aplicación para salvar vidas humanas. Sorprendente, ¿no les parece?
¡Esta ciencia, tan cuadriculada y soberbia como siempre...!
El caso es que, a mi corto entender, no faltan detalles por los que temer. Llámenme si quieren temeroso de Dios, lo entenderé. Pero han de saber, en algún lugar lo leí, que el diablo se alimenta de detalles. Y en este libro no faltan. Compréndanme.
Vade retro, Satanás.
Y poco más por mi parte. Si están interesados en el libro, adquiéranlo y lo leen. Ya me contarán.
Ya saben que a más libros, más libres. Por lo que está bien si lo hacen. Y aunque es poco realista pensar que un libro pueda producir un gran cambio, lo cierto es que, como nos adelantó el erudito romano, “No hay libro malo que no contenga algo bueno”. Pues eso.
Addenda
A un servidor, les he de confesar, estas últimas cuestiones del elixir de la vida, la transmutación en oro, la piedra filosofal y demás, como que me dan mal “yu-yu”. Sí, algo de miedo. Ya les alerté sobre mis limitaciones. Así soy yo.El caso es que, a mi corto entender, no faltan detalles por los que temer. Llámenme si quieren temeroso de Dios, lo entenderé. Pero han de saber, en algún lugar lo leí, que el diablo se alimenta de detalles. Y en este libro no faltan. Compréndanme.
Vade retro, Satanás.
Y poco más por mi parte. Si están interesados en el libro, adquiéranlo y lo leen. Ya me contarán.
Ya saben que a más libros, más libres. Por lo que está bien si lo hacen. Y aunque es poco realista pensar que un libro pueda producir un gran cambio, lo cierto es que, como nos adelantó el erudito romano, “No hay libro malo que no contenga algo bueno”. Pues eso.
¿Entonces lo recomienda o no?
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