Así en singular. Esta vía con nombre de ave se encuentra en el Este de nuestra ciudad y está situada en la barriada de Los Pajaritos (41006), dónde si no. Empieza en la calle Zorzal y termina en la calle Candelaria.
Es una vía más del callejero sevillano. Sin más interés, ni menos, que cualquier otra salvo, porque, rinde homenaje a este volador, el vencejo.
Hasta donde sé, a nuestra ciudad vienen dos especies diferentes, el vencejo común (Apus apus) y el vencejo pálido (Apus pallidus), si bien son muy similares y presentan cierta dificultad para ser diferenciadas.
Por lo leído, y en opinión de algunos ornitólogos locales, el pálido es la especie más frecuente en Sevilla. Pues bien.
En cualquiera de los casos se trata de un ave especialmente adaptada para el vuelo. De alas aguadañadas, corta cola ahorquillada y boca ancha y grande rematada con un pico pequeño.
Plumaje negruzco con una pequeña porción blanca o gris bajo el pico, patas muy cortas y garras diminutas, pero capaces de ejercer una presión extraordinaria. Y son vencejos. No golondrinas. Ni aviones. Conviene no confundirlos.
Son de las últimas aves en llegar a nuestra ciudad, en primavera.
Llegan en primavera
O vuelven por esta estación. Otra vez. Desde África, como siempre. Dicen por aquí, que suelen llegar con la Luna Llena de Semana Santa. Y es más o menos cierto. También, como siempre, y por más atento que estuve, no los vi llegar. Una vez más, este año de 2013, no vi llegar a los vencejos a mi ciudad.
Pero lo cierto es que vinieron y nadie sabe cómo lo hicieron. Bueno ellos sí. Que bien pensado, es lo único que importa. Dicen que en África tienen alimento, pero que vienen a España a criar. Ellos sabrán lo que les conviene.
Por mi parte que lo hagan cuando quieran. Yo encantado de que así sea.
He leído que estos pájaros siempre están en el aire. Que nunca paran. O casi. Por eso no es de extrañar que los ornitólogos reconozcan saber poco de ellos. Poco comparado, sobre todo, con lo que saben de otras aves, claro.
Y es que no debe ser fácil estudiar a un animal que se pasa la vida en las alturas. Unas aves de nunca parar. Nada más que hay que mirar al cielo sevillano.
Unas aves de nunca parar
Pocas aves hay de costumbres tan aéreas como el vencejo. Y es que en el aire comen, cogen materiales para la construcción de sus nidos (pajitas, hierbas, plumas), duermen e incluso copulan. Así son. Una vez que abandonan el nido lo hacen para siempre. O casi. El caso es que es muy raro que se posen. De hecho, tan adaptados están al cielo que las patas se le han atrofiado.
Sus garras sólo le sirven para agarrarse unos segundos a las cornisas, los huecos de las paredes o las grietas en las rocas donde ponen sus nidos y no caerse. Toda una especialización evolutiva.
Dicen que los vencejos no pueden emprender el vuelo desde el suelo, y que por eso, nunca se posan. De ahí el dicho: “Eres más tonto que un vencejo”, con el que queremos subrayar la torpeza de alguien.
Pero no es así. Al menos, no del todo. (Continuará)
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