sábado, 15 de octubre de 2011

Vladimir Nabokov, el novelista de las mariposas y el ajedrez (III)


(Continuación) Que es lo que el tiempo hizo. Demostrar que Nabokov tenía razón y que acertó con la migración de las mariposas azules.  De modo que, medio siglo después, las pruebas han convertido la hipótesis en teoría. Estas cosas pasan en ciencia.

Aunque para ese paso evolutivo hubo que esperar hasta la década de los 90. Y algo más para que el resultado final viera la luz.

Polyommatus azul, la teoría migratoria
En efecto. Fruto de una revisión sistemática de los trabajos del entomólogo-escritor, llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Harvard, comandado por la profesora Naomi Pierce, ha posibilitado a principios de este año del Señor de 2011, confirmar la validez de su, en principio, controvertido criterio clasificatorio.

Los análisis de ADN realizados sobre esos mismos insectos, en diferentes lugares de América han demostrado que las intuiciones científicas de Nabokov eran correctas. Y que él no fue un visionario.

El estudio de este análisis genético, publicado en Proceedings of the Royal Society corrobora que, como el escritor predecía, el estrecho de Bering “sirvió de pasillo biológico para la dispersión de esos insectos desde Asia al Nuevo Mundo”.

Las pruebas apuntan a que el primer linaje de la Polyommatus azul que hizo el viaje, pudo sobrevivir un rango de temperatura que coincidía con el clima de Bering de hace 10 millones de años. Y los linajes que llegaron después eran más resistentes al frío.

De modo que todas las variedades del lepidóptero llamado Polyommatus provenían de un tronco común, un espécimen que habitó en Asia.

Una hipótesis en principio increíble. Detalle que no tiene la menor importancia. Recuerden que la ciencia no tiene nada que ver con la creencia. De ahí su éxito.

Por supuesto que Nabokov no era un científico, pero sabía de lo que hablaba. Además no ignoraba que su trabajo científico perduraría en el tiempo. Y que él, como todos y todo lo humano, era sólo un jugador, uno más, en una empresa mayor.

Reconocimientos científicos
En reconocimiento a su gran labor como taxonomista varias especies de azulitas han sido bautizadas en su honor.

Unas con su nombre. Como el género de las Nabokovia o la recién descubierta Nabokovia cuzquenha.

Otras en una clara alusión a su faceta como escritor y su novela más famosa. Entre ellas, la Pseudolucia Humbert, en homenaje al atormentado profesor que mira a la niña tumbada en el jardín.

O la Pseudolucia Charlotte, en referencia a la madre de ese pecaminoso objeto de deseo de Humbert. O algunas otras del género Madeleinea.

Todas ellas constituyen un merecido tributo a un hombre extraordinario que nos ha hecho comprender, que los métodos más modernos que la tecnología puede ofrecer ahora, dependen en gran medida de su ordenación sistemática.

No olvidemos que Nabokov fue un pionero en morfometría, un sistema de clasificación basado en la forma. En este caso de las estructuras genitálicas de las mariposas. Y ése es uno de los caracteres clave de la ciencia de la taxonomía u ordenación jerarquizada.

Ni que decirles tengo que no voy a caer en el chiste fácil que imagino podrían estar pensando. Sí. (Continuará)

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