¿Es lo mismo un diamante que un brillante?

Pues, como dijo el castizo, va a ser que no. De hecho, en puridad, no son ni siquiera términos sinónimos. Aunque, eso sí, pueden estar relacionados.

Tan relacionados, que muchas personas tienden a asociarlos, confundiéndolos. Por eso, mejor es que vayamos por parte.

Acerca del diamante

Ya vimos en una anterior entrada que un diamante es una de las formas alotrópicas en las que se presenta en la naturaleza la sustancia simple carbono, C(s), compuesta sólo del elemento químico carbono C.

Es una de las cinco gemas o piedras preciosas, así consideradas por el hombre, y que a saber son: amatista, diamante, esmeralda, rubí y zafiro.

Es quizás la más popular entre las gemas y esto se debe a sus destacables propiedades mecánicas y ópticas: alta rigidez y estructura cristalina que le dan gran dureza; gran trasparencia y alta dispersión refractiva, que le hacen tener un brillo especial; etcétera.

De ahí el relevante papel del diamante en gemología y joyería. Se trata, todos ustedes lo saben, de una sustancia muy apreciada.

Acerca del brillante

Y mientras que el diamante, por lo dicho anteriormente, es algo material, el brillante por el contrario no lo es.

No es nada material ya que se trata de uno de los tipos de corte o talla, que se le puede dar a cualquier piedra preciosa, como el diamante, para resaltar sus propiedades estéticas como, por ejemplo, el brillo.

Han de saber que existen varias tallas, además de la de brillante. Entre otras: óvalo, corazón, marquise, esmeralda, pera, baguette, cuadrado, etcétera.

En concreto el corte o talla brillante presenta una forma cónica-redonda y consta de 56 facetas o caras, más una parte superior llamada corona y una inferior denominada pabellón.

Por sus numerosas facetas, la de brillante, es de las tallas que más reflexiones de la luz producen dentro del diamante y, por ende, más brillante lo hacen.

Diferenciando

Así que ya puede ver, que no es lo mismo diamante que brillante. Aunque están relacionados. A un diamante se le suele hacer la talla brillante, para resaltar sus propiedades. Pero esto es en puridad, en lenguaje estricto.

En la calle, la mayoría de las personas confunden ambos términos. Los utilizan como si fueran sinónimos.

Como mucho, algunas, saben que un brillante es un diamante tallado así, y que tiene forma redonda-cónica. Para ellos un diamante es un brillante en bruto. O un brillante es un diamante tallado.

Pero nosotros, la realidad ya la sabemos. Lo que existe es un diamante con talla de brillante.

Luego el diamante se encuentra en la tierra y se ha formado naturalmente, mientras que el brillante se compra en la joyería y ha sido tratado de forma artificial.

El diamante de Superman

Buena prueba de lo arraigada que está esta confusión entre la gente, nos la da un detalle que vi en una de las películas de Superman.

En concreto en la tercera entrega, Superman III (1983), donde nuestro kriptoniano superhéroe realiza una de sus hazañas. Seguro que la recuerda.

Tras aterrizar en un yacimiento de carbón, con el redimido malo de turno en brazos, cogió del suelo un puñado del negro mineral y lo presionó fuertemente entre las palmas de sus manos (tan fuerte como sólo Superman puede hacerlo).

Por supuesto que, tratándose de él y su superfuerza, no nos debe sorprender que lo transformara en diamante. 


No vamos a discutir ahora ese punto. Así que lo dejaremos pasar.

Pero lo que no podemos dejar pasar, por increíble e imposible, incluso para el superalienígena, es que al abrir las manos el pedrusco del preciado cristal transparente estuviera ya ¡tallado!

Es decir, que fuera lo que la gente llama un brillante. Eso es imposible. No. Las manos de Superman no le podrían haber dado esa talla. Ni siquiera él.

Se trata sólo de mala ciencia-ficción.

Dejamos por ahora el binomio diamante/brillante aunque sin abandonarlo.


Es así porque vamos a contestar, una pregunta que ustedes me plantearon hace unos días: 


¿Qué son los quilates? ¿Con qué están relacionados con los diamantes o con el oro?