(Continuación) Recordemos que el lienzo apareció en el siglo XIV en Francia y no hay ninguna referencia anterior, a pesar de que, de ser auténtico, sería la reliquia más valiosa de la cristiandad.
Cabe pensar por tanto, que la sábana fue confeccionada en las proximidades de Troyes por alguien próximo a Geoffroy de Charny, con la única intención de atraer a los crédulos y hacer negocio peregrino.
Un hecho que como tal, denunció el obispo Pierre d'Arcis en la misiva que envió al papa Clemente VII en 1389.
Descartadas las técnicas del contacto y de la vaporografía, así como todas las pruebas efectuadas desde 1972 con cadáveres humanos, moldes incandescentes y diversas sustancias químicas que no han dado resultado, los expertos sindonistas han encontrado la explicación científica.
Mejor dicho. “Su explicación científica”. Para ellos la imagen del lienzo se grabó merced a una especie de radiación de origen desconocido, que se produjo debido al fenómeno de la Resurrección de Jesucristo.
Es decir, que no sólo hay que admitir que el cuerpo que envolvía era el de Jesús. Sino que éste, además, resucitó. Y que, por supuesto, las resurrecciones dejan esas curiosas manchas en las telas.
No sé. Quizás sea mucho admitir, sin aportar ni una prueba que lo sostenga. Sobre todo, para tratarse una explicación científica. Ya saben cómo va esto.
Bien. Entonces, ¿cómo se hizo? ¿Qué dice el sentido común y la racionalidad? Pues que se hizo de la forma más sencilla que imaginarse pueda.
Fabricar una sábana santa está al alcance de cualquiera. Basta con poner un pedazo de papel sobre una moneda y frotar con la punta de un lapicero. Es la técnica del frotado conocida ya en la época medieval. Algo que han hecho casi todos los niños.
Para nuestra síndome de Turín basta con cambiar el papel por una tela y la moneda por un bajorrelieve o por varios, hasta componer la figura que deseemos.
Algo tan sencillo como eso, y que sin embargo, los sabanistas son incapaces de entender. Pero la realidad es tozuda.
Las imágenes así obtenidas no salen distorsionadas, tienen apariencia de negativos, presenta el efecto de la tridimensionalidad, etcétera.
¿Qué creen los creyentes?
No les tengo que decir, a esta altura del trabajo, que la negativa de la Iglesia a aceptar la divinidad del lienzo, junto al descrédito que la Ciencia le concede a las evidencias que aportan, tienen a los sabanistas muy, muy, contrariados.
Para ellos la Iglesia está equivocada. Las pruebas científicas no tienen ningún valor. Y no es cierto lo que demuestran: que es una reproducción humana.
Por el contrario ellos creen otra cosa. La sábana es divina y, aunque no tienen ninguna prueba que lo demuestre, eso es verdad sólo porque ellos así lo creen. No hay más que hablar. Y en esas están.
Pero éstos no son los únicos disgustos que tienen.
Para más inri, a la negativa de la Iglesia y el descrédito de la Ciencia, hay que añadirle la indiferencia que muestran los creyentes hacia este objeto religioso.
Unas personas para quienes la sábana es algo irrelevante desde el punto de vista dogmático. Al fin y al cabo, durante siglos, no han necesitado de ese símbolo para creer, y pueden seguir, no les quepa la menor duda, otros muchos sin él.
Unos cristianos que no necesitan que la Ciencia les confirme sus creencias.
Porque, ¿qué clase de fe sería si necesita que la ciencia le demuestre que es cierto en lo que cree? ¿Qué mérito tendría entonces creer?
Es más, si la ciencia demuestra que un hecho es cierto, ¿qué necesidad hay entonces de creérselo?
Resulta evidente que, crea yo o no en el fenómeno de la gravedad, las cosas seguirán cayendo si las abandono libremente. Entonces.
Los creyentes lo tienen claro. Ni la autenticidad de la Sábana Santa debe ser causa, fundamento y razón de nuestra creencia. Ni el origen medieval de la misma debe conmover en lo más mínimo nuestra fe en los Evangelios. Resurrección incluida.
Algo que parece entender muy bien la gente sencilla pero que, a estos señores, parece costarle trabajo comprender.
A modo de conclusión
No les canso más. Y créanme si les digo que entiendo las quejas de los sabanistas, acerca de la total y absoluta incomprensión social (Iglesia, Ciencia, creyentes) en la que ellos mismos reconocen encontrarse.
Pero si todas las pruebas muestran de forma tozuda que confunden deseos con realidad, ¿por qué esa insistencia en el tema?
¿Por qué presentarnos el mismo libro, un año tras otro?
¿Por qué publicar, temporada tras temporada, el mismo artículo en las revistas?
¿Por qué emitir programas de radio y televisión, un año tras otro, diciendo siempre las mismas inexactitudes?
¿Para qué?
¿Se les ocurre alguna respuesta?
"¿Qué mérito tendría entonces creer?"
ResponderEliminar¿Qué mérito tiene creer ciegamente en algo, en cualquier circunstancia?
¿Es verdad que se puede clonar a Cristo? Yo creo que no pero me gustaría saber su opinión
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