(Continuación) Su nombre procede del latín armilla (círculo, brazalete), debido a que el instrumento está construido sobre un esqueleto de círculos graduados que muestran el ecuador, la eclíptica y los meridianos y paralelos astronómicos.
En muchas de estas esferas armilares, y sobre todo en las primeras, se puede apreciar a la Tierra representada en su centro. En modelos posteriores también se empezó a representar el Sol.
Conocida también con el nombre de astrolabio esférico, es muy probable que fuera inventada por Eratóstenes de Cirene (273 194 a.C), alrededor del 255 a.C.
Un astrónomo griego que ya debería haber aparecido en estos predios por méritos propios. No en vano determinó que el valor de la circunferencia máxima de la Tierra era de 40 000 km.
Una proeza de cálculo si tenemos en cuenta que, en la actualidad, se considera que es de 40 067,96 km en el Ecuador.
Es decir un error relativo de menos de un 0,17% y calculado hace casi tres mil años. Increíble, pero cierto. No hay duda de que el hombre, desde que lo es, siempre ha sido igual de listo.
Tras muchas vicisitudes, muerto Magallanes y otros jefes, Elcano asumió el mando de la única nave que quedaba, la “Santa María de la Victoria”, y con ella emprendió el camino de vuelta a España.
Arribó el 8 de setiembre de 1522 al mismo puerto del que había salido, el Puerto de Mulas.
Lo hacía con tan sólo 18 hombres, extenuados y enfermos, resto de los 265 que habían partido tres años antes, en concreto tres años y veintisiete días. Demasiado tiempo.
Tanto que ya nadie se acordaba de ellos. Sólo el ajado y maltrecho aspecto del casco de la nave, daba fe de su larga y accidentada travesía. Habían recorrido más 14 000 leguas.
Ante el asombro de Sevilla, 18 marinos con Elcano a la cabeza bajaron en solemne cortejo hacia la ermita de N. S. de la Victoria (hoy iglesia de los Paúles).
Una procesión formada por unos hombres derrotados, macilentos y flacos que portaban velas de agradecimiento a la Virgen.
Habían protagonizado con éxito una imponente hazaña y realizado una de las mayores ambiciones del hombre del Renacimiento: dar la vuelta al mundo.
La primera circunnavegación a la Tierra.
Juan Sebastián Elcano fue recompensado por su hazaña por el rey Carlos I.
Se le concedió una renta anual de 500 ducados de oro que nunca cobró, junto con un escudo de armas y una leyenda alusiva a su gesta.
En su parte superior reza Primus circumdedisti me, en un globo terráqueo. Fuiste el primero que me circundaste.
A propósito de la nao Victoria he de comentarles que, durante estos fines de semanas, se puede visitar una réplica atracada en el Muelle de las Delicias, de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas y de forma gratuita.
Si a alguno le ha picado la curiosidad histórica y quiere subir a las cubiertas de la nave Victoria (un nombre simbólico y premonitorio) no se lo pierdan. Merece la pena se lo aseguro.
Es una buena forma de celebrar el 488 aniversario de semejante gesta.
Fue una aventura que empezó y acabó en Sevilla. Y con la que se consiguieron dos propósitos: uno conocido y pretendido. Otro no conocido y, por tanto, no pretendido. Pero vayamos por parte.
En muchas de estas esferas armilares, y sobre todo en las primeras, se puede apreciar a la Tierra representada en su centro. En modelos posteriores también se empezó a representar el Sol.
Conocida también con el nombre de astrolabio esférico, es muy probable que fuera inventada por Eratóstenes de Cirene (273 194 a.C), alrededor del 255 a.C.
Un astrónomo griego que ya debería haber aparecido en estos predios por méritos propios. No en vano determinó que el valor de la circunferencia máxima de la Tierra era de 40 000 km.
Una proeza de cálculo si tenemos en cuenta que, en la actualidad, se considera que es de 40 067,96 km en el Ecuador.
Es decir un error relativo de menos de un 0,17% y calculado hace casi tres mil años. Increíble, pero cierto. No hay duda de que el hombre, desde que lo es, siempre ha sido igual de listo.
La historia del viaje
La expedición la inició Fernando de Magallanes el 10 de agosto de 1519, con una flota de cinco naos y 265 hombres. Partió de la margen derecha del Guadalquivir entre salvas de artillería y el aplauso de una gran multitud que se agolpaba en las dos orillas.Tras muchas vicisitudes, muerto Magallanes y otros jefes, Elcano asumió el mando de la única nave que quedaba, la “Santa María de la Victoria”, y con ella emprendió el camino de vuelta a España.
Arribó el 8 de setiembre de 1522 al mismo puerto del que había salido, el Puerto de Mulas.
Lo hacía con tan sólo 18 hombres, extenuados y enfermos, resto de los 265 que habían partido tres años antes, en concreto tres años y veintisiete días. Demasiado tiempo.
Tanto que ya nadie se acordaba de ellos. Sólo el ajado y maltrecho aspecto del casco de la nave, daba fe de su larga y accidentada travesía. Habían recorrido más 14 000 leguas.
Ante el asombro de Sevilla, 18 marinos con Elcano a la cabeza bajaron en solemne cortejo hacia la ermita de N. S. de la Victoria (hoy iglesia de los Paúles).
Una procesión formada por unos hombres derrotados, macilentos y flacos que portaban velas de agradecimiento a la Virgen.
Habían protagonizado con éxito una imponente hazaña y realizado una de las mayores ambiciones del hombre del Renacimiento: dar la vuelta al mundo.
La primera circunnavegación a la Tierra.
Juan Sebastián Elcano fue recompensado por su hazaña por el rey Carlos I.
Se le concedió una renta anual de 500 ducados de oro que nunca cobró, junto con un escudo de armas y una leyenda alusiva a su gesta.
En su parte superior reza Primus circumdedisti me, en un globo terráqueo. Fuiste el primero que me circundaste.
A propósito de la nao Victoria he de comentarles que, durante estos fines de semanas, se puede visitar una réplica atracada en el Muelle de las Delicias, de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas y de forma gratuita.
Si a alguno le ha picado la curiosidad histórica y quiere subir a las cubiertas de la nave Victoria (un nombre simbólico y premonitorio) no se lo pierdan. Merece la pena se lo aseguro.
Es una buena forma de celebrar el 488 aniversario de semejante gesta.
Fue una aventura que empezó y acabó en Sevilla. Y con la que se consiguieron dos propósitos: uno conocido y pretendido. Otro no conocido y, por tanto, no pretendido. Pero vayamos por parte.
Antes una reflexión
Que es posible que le cause sorpresa a más de uno. La idea de que la Tierra es redonda, es decir la esfericidad de la Tierra, es un conocimiento que el hombre tenía ya desde el siglo V antes de nuestra era. (Continuará)
muy ingenioso lo de relacionar seviila con al ciencia
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