viernes, 25 de junio de 2010

Bayas de Goji (I)

Es posible que les suene. Se trata de otro “producto milagro” a la venta. Que es como decir, un nuevo timo al consumidor.

Por lo que se ve, en tiempos de crisis, la picaresca también extiende sus tentáculos para timar.

Y lo hace en dirección a los mismos de siempre: los ingenuos y los ignorantes.

En esta ocasión, el nuevo producto de moda pertenece al campo de la Nutrición y se puede encontrar en hipermercados, parafarmacias, supermercados, herboristerías, colmados y fruterías.

Una nueva moda en el mundo occidental que nos llega del lejano oriente.

Su reclamo, unas supuestas propiedades beneficiosas para el organismo que, por desgracia, nada tienen que ver con la realidad.

Lo que dice la publicidad y la pseudociencia
Según dicen, las bayas de Goji, desde el punto de vista nutricional, son un complemento alimenticio ideal ya que:

“…aumentan la inmunidad, frenan los signos del envejecimiento, mejoran la vista, cuidan los riñones y el hígado, ayudan a tener más energía, tratan la hipertensión arterial, el vértigo, el lumbago, la menopausia, la impotencia, el colesterol…”.
Bueno, bueno.

Como pueden apreciar la lista de supuestas propiedades es inmensa. Van desde reducir el colesterol, hasta ser un infalible afrodisiaco. Pasando por asegurarnos longevidad y salud.

Casi nada era lo del ojo, decía, y lo llevaba en la mano. Que contaba aquel.

Pero bueno. Más que ideal, este fruto es milagroso. Ni siquiera el legendario bálsamo de Fierabras, le podría igualar. Mucho me temo que esto huele a pseudociencia.

Además, desde un punto de vista sociológico, las bayas de Goji vienen acompañadas de su propia leyenda urbana.

Una que afirma que el Goji es un exótico y asilvestrado arbusto, que procede nada menos que del misterioso Tibet y crece en los valles del Himalaya, a unos 4.000 metros de altitud.

Confirmado. Esto suena a “rollito oriental”.

Además la publicidad dice que sus salutíferos frutos son el famoso secreto de los milenarios Hunzas, conocidos por ser “el pueblo más sano y feliz de la Tierra”.

Para que nos hagamos una idea, sus ancianos llegan fácilmente a la edad de 130 años, sin apenas un achaque. Algo que, según la publicidad, sabe todo el mundo desde hace tiempo.

Yo, si les soy sincero, me estoy enterando ahora mismo. Por no decirles que no conozco a nadie que conozca a un anciano del pueblo hunza. Así que ya ven.

El asunto éste de las bayas tendría muy buena pinta, si no fuera porque casi nada de lo que afirman es cierto.

Es decir se trata de aciencia. Y mucho de lo que afirman son falacias.


Eso es lo que la ciencia demuestra de manera cierta. Empezando por donde se suele hacer en estos casos: por una profusa y profunda revisión bibliográfica.

Lo que dice la bibliografía científica
No hay nada en la literatura científica asociada, que demuestre que dichas propiedades, casi milagrosas, hayan sido probadas en humanos.

Es más, la mayoría de los trabajos publicados lo han sido en China y muy, muy, pocos se han realizado con humanos.

Y ninguno de ellos ha tenido contrastación externa e independiente. Lo que resulta muy sospechoso.

Es decir no hay estudios en los que se pruebe, de forma inequívoca, estas propiedades en humanos. Lo que resulta demoledor desde el punto de vista de la ciencia.

Lo que dice la ciencia de la Nutrición
El informe que aporta esta ciencia es también definitivo.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, todos los especialistas en Nutrición consultados coinciden.

Diferentes estudios científicos extensos de intervención clínica en humanos, demuestran que, las bayas de goji, no contienen ninguna propiedad beneficiosa probada. Ninguna.

Por otro lado aclaran que estas bayas, contienen los mismos nutrientes que otros muchos alimentos vegetales (frutas, verduras y hortalizas). Esos mismos que tenemos en nuestras casas y forman parte de una dieta equilibrada.

Así que ningún efecto real sobre nuestro organismo, salvo los que usted se quiera creer.

Porque, eso sí. Como ocurre con otros “productos mágicos”, no faltan personas que aseguran que, tras ingerirlo durante dos o tres semanas se encuentran mucho mejor. Allá ellos.

Pero ya nos avisó Demóstenes: “Lo más fácil es engañarse a sí mismo. Porque el hombre, por lo general, cree que lo que desea se puede hacer realidad”. (Continuará)

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