Unos campos de intensidad muy débil, que tan sólo podrían afectar a sustancias ferromagnéticas como hierro Fe(s), cobalto Co(s), níquel Ni(s) y sus aleaciones.
Pero ni mucho menos a las verduras, lácteos, carnes o pescados que estuvieran dentro del frigorífico.
Sencillamente ellos, como nosotros, no son materiales ferromagnéticos.
CUARTO. Volviendo a las radiaciones electromagnéticas domésticas. Ya hemos comentado en este blog que, las que tenemos en nuestro hogar, no son nocivas y mucho menos letales.
Les recuerdo que en nuestro hogar, estamos inmersos en radiaciones electromagnéticas. En la misma cocina: las del microondas, las de la encimera de inducción, las del propio tendido eléctrico, etcétera.
Pero ahora que les digo esto, en la cocina tenemos otros imanes en los que no han caído estos “sesudos investigadores”. Los que tienen en su parte interior las puertas de los muebles para quedar cerrados.
Con ellos no han contado estos “magufos” ¿Es que éstos no irradian también?
Lo digo porque algunos están junto al frigorífico. Y además llevamos toda la vida abriendo y cerrando puertas.
Claro que también están los auriculares que nos colocamos en los oídos, los altavoces del equipo musical de casa, los sistemas de encendido de los coches, los teléfonos, los que llevan aquellos que trabajan en el rollito de la “imanterapia”.
Por no hablarles de los sistemas de resonancia magnética, los arcos de los aeropuertos, los altavoces de las discotecas, ... Y que no se nos olvide el propio campo magnético de la Tierra, con su polo N y su polo S.
QUINTO. Si los ratones en cuestión de meses, y por ingerir comida imanada, contrajeron el cáncer con un 87% más de probabilidad, nosotros, que estamos sometidos al electromagnetismo desde que nacemos ¿cómo tendríamos que estar a estas alturas?
Pues como estamos. Ya que todo no es más que una insensatez. Una milonga pseudocientífica fruto de la ignorancia.
SEXTO. Hasta donde he podido averiguar, no hay ningún estudio realizado por técnicos de electrodomésticos que confirmen que los imanes dañan los alimentos.
O que incrementen el uso de energía eléctrica. Ni uno solo.
Bueno así podríamos seguir ‘ad aeternum’. Pero por no cansar lo dejaremos aquí.
Para estas ocasiones me gusta recordar una cita de Albert Einstein: “Sólo dos cosas son infinitas: el Universo y la estupidez humana. De la primera no estoy seguro”. Pues eso.
No dejaban de aparecer noticias alarmantes acerca de la nefasta influencia de dichas ondas sobre las personas. De sus perniciosos efectos sobre nuestro organismo.
Unas inquietudes sociales que eran contestadas por las compañías eléctricas mostrando estudios que demostraban que dicha influencia no era, ni mucho menos, perniciosa.
El tiempo ha pasado y ha ocurrido algo muy curioso. A pesar de que, desde entonces, no hemos dejado de estar expuestos a su supuesta dañina influencia, lo cierto es que ha disminuido, hasta casi hacerse nula, la preocupación social por tan negativos efectos.
Lo que resulta ser una paradójica evolución.
¿Nuestro silencio se debe a que estamos realmente convencidos de que la influencia de dichos campos electromagnéticos no es perjudicial para nuestro organismo?
¿O es que necesitamos tanto de nuestros “juguetes inalámbricos” que preferimos no saber?
Lo llaman algo así como "virtudes públicas, vicios privados".
Cómo somos.
Pero ni mucho menos a las verduras, lácteos, carnes o pescados que estuvieran dentro del frigorífico.
Sencillamente ellos, como nosotros, no son materiales ferromagnéticos.
CUARTO. Volviendo a las radiaciones electromagnéticas domésticas. Ya hemos comentado en este blog que, las que tenemos en nuestro hogar, no son nocivas y mucho menos letales.
Les recuerdo que en nuestro hogar, estamos inmersos en radiaciones electromagnéticas. En la misma cocina: las del microondas, las de la encimera de inducción, las del propio tendido eléctrico, etcétera.
Pero ahora que les digo esto, en la cocina tenemos otros imanes en los que no han caído estos “sesudos investigadores”. Los que tienen en su parte interior las puertas de los muebles para quedar cerrados.
Con ellos no han contado estos “magufos” ¿Es que éstos no irradian también?
Lo digo porque algunos están junto al frigorífico. Y además llevamos toda la vida abriendo y cerrando puertas.
Claro que también están los auriculares que nos colocamos en los oídos, los altavoces del equipo musical de casa, los sistemas de encendido de los coches, los teléfonos, los que llevan aquellos que trabajan en el rollito de la “imanterapia”.
Por no hablarles de los sistemas de resonancia magnética, los arcos de los aeropuertos, los altavoces de las discotecas, ... Y que no se nos olvide el propio campo magnético de la Tierra, con su polo N y su polo S.
QUINTO. Si los ratones en cuestión de meses, y por ingerir comida imanada, contrajeron el cáncer con un 87% más de probabilidad, nosotros, que estamos sometidos al electromagnetismo desde que nacemos ¿cómo tendríamos que estar a estas alturas?
Pues como estamos. Ya que todo no es más que una insensatez. Una milonga pseudocientífica fruto de la ignorancia.
SEXTO. Hasta donde he podido averiguar, no hay ningún estudio realizado por técnicos de electrodomésticos que confirmen que los imanes dañan los alimentos.
O que incrementen el uso de energía eléctrica. Ni uno solo.
Bueno así podríamos seguir ‘ad aeternum’. Pero por no cansar lo dejaremos aquí.
Para estas ocasiones me gusta recordar una cita de Albert Einstein: “Sólo dos cosas son infinitas: el Universo y la estupidez humana. De la primera no estoy seguro”. Pues eso.
Post data
Me recuerda esta entrada otras campañas relacionadas también con las ondas electromagnéticas y sus supuestos peligros. Fue hace años, cuando comenzaba el auge de la telefonía móvil.No dejaban de aparecer noticias alarmantes acerca de la nefasta influencia de dichas ondas sobre las personas. De sus perniciosos efectos sobre nuestro organismo.
Unas inquietudes sociales que eran contestadas por las compañías eléctricas mostrando estudios que demostraban que dicha influencia no era, ni mucho menos, perniciosa.
El tiempo ha pasado y ha ocurrido algo muy curioso. A pesar de que, desde entonces, no hemos dejado de estar expuestos a su supuesta dañina influencia, lo cierto es que ha disminuido, hasta casi hacerse nula, la preocupación social por tan negativos efectos.
Lo que resulta ser una paradójica evolución.
¿Nuestro silencio se debe a que estamos realmente convencidos de que la influencia de dichos campos electromagnéticos no es perjudicial para nuestro organismo?
¿O es que necesitamos tanto de nuestros “juguetes inalámbricos” que preferimos no saber?
Lo llaman algo así como "virtudes públicas, vicios privados".
Cómo somos.
Muchas gracias meha parecido una buena entrada
ResponderEliminarTE AGRADEZCO UNA RESPUESTA, EN CUANTO EL CONSUMO QUE PUEDA GENERAR LOS IMANES O QUE ESTOS AFECTE A LOS NUEVOS FRIGORIFICOS QUE TIENE CASI UN ORDENADOR PARA PROGRAMARLOS, UN SALUDO, GRACIAS Y EXITOS
ResponderEliminarnglc1@hotmail.com
¿Es verdad que es beneficiosa el agua radiactiva?
ResponderEliminarHola anónimo. Hasta donde sé no se ha realizado ninguna investigación en las direcciones que apuntas.
ResponderEliminarGracias.
Qué hay de cierto en lo de las pulseras holgrafica power balance
ResponderEliminarLo cierto es que ahora ya cada vez se habla mas de lo perjudicial que pueden ser los telefonos moviles y dicho por cientificos. No es menos cierto que lo que hoy es blanco mañana puede ser gris.
ResponderEliminarCatrlos, respecto a lo manifestado por el descubridor del "orgón" y lo que sea que resulte, en donde deduce que los campos magneticos y radiaciones artificiales influyen en el clima tal como lo demostro con sus instrumentos secuestrados por el gobierno, eso no puede tener relacion con éste tema? Has hecho alguna investigación que contradiga plenamente lo que citas?
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