¿Han oído hablar de ella? Por si no es así, les pongo en antecedentes.
Gracias a los estudiosos de la antropología sabemos que nuestros antepasados carecían de dedo pulgar.
Que de hecho, éste no lleva con nosotros más de tres millones y medio de años. En concreto desde el “australopitecus afarensis”, para más exactitud.
Y que su historia se inició, unos pocos miles de años después de que descendiéramos de las ramas de los árboles.
Cuando aprendimos a comer granos y semillas. Un novedoso tipo de alimentación que a la larga, nos condicionó la postura erguida, los dientes y la estructura de las manos.
Unas manos homínidas, con un dedo pulgar oponible que funciona como una sensible pinza. Una característica, ésta de la oposición, que lo convierte en su elemento más importante.
Porque han de saber que son las manos, las que nos han permitido ser la única especie capaz de dominar la materia, aplicando la inteligencia.
Sólo el hombre puede pensar la rueda y después hacerla. Sólo él tiene esas manos, capaces de manufacturar con tal precisión. El dedo pulgar es el dedo de la civilización.
Así, el pulgar del “afarensis” era más estrecho que el nuestro actual y tenía un hueso menos.
Algo semejante se puede decir del resto de los dedos. Tampoco tenían la morfología de hoy.
Se han ido adaptando a las nuevas tareas en un proceso de evolución lento. Muy lento pues, al parecer, seguimos teniendo la misma mano que en el siglo XII. Ya más de ocho (8) siglos.
Aunque se están observando, de nuevo, cambios. Por ejemplo, en el dedo meñique. Cada vez son más las personas que nacen con menos tendones y músculos en él.
Un estudio revela que un 20% de los humanos no pueden ya flexionar, de forma completa, este dedo. La razón es que han nacido ya sin el flexor superficial.
Al no tener funciones específicas, tiende a desaparecer. Ya saben que la función hace al órgano. O al menos en parte. Lo cierto es que, todo apunta a que el dedo meñique tiene los siglos contados.
Recientes estudios evidencian que la mayoría de los jóvenes empiezan a mostrar en sus pulgares una mayor musculatura y habilidad. La causa. El uso continuado de teléfonos móviles y videoconsolas.
De nuevo la función y el órgano. Seguro que usted se ha fijado y le ha llamado la atención.
Es sorprendente la destreza y rapidez, con la que teclean en videoconsolas y móviles. Y además con los dos pulgares. Son ambidextros.
Constituyen la que se conoce como la generación pulgar.
Mientras que los menos asiduos a esta tecnología usamos varios dedos para pulsar las teclas, los jóvenes utilizan ambos pulgares y sin apenas mirar el teclado.
Sus movimientos son mínimos. Sólo presionan con los pulgares, en vez de teclear con el resto de los dedos.
Tal habilidad tienen ya con ellos, que lo utilizan también para señalar y tocar el timbre. Como si fueran el índice. Una nueva aplicación del pulgar que refuerza su papel, como viene haciendo en los últimos tres millones y medio de años.
Por lo visto, en Japón, a estos jóvenes se les denominan “oya yubi sedai”, la tribu del pulgar. En Alemania son conocidos como “handygeneration”, la generación del handy que es como allí llaman al móvil.
Tengo entendido que en España atienden al nombre de “generación politono” .
Aunque, debido a la gran plasticidad de estos huesos, los cambios funcionales de los dedos sí podrían ocurrir en períodos de tiempo muy cortos, incluso en una década.
Sin olvidar que, además, con sólo pulgar e índice podríamos realizar gran parte de las actividades de hoy en día, como coger un bolígrafo, escribir en el ordenador, manejar un cubierto, un teléfono, o el volante.
Es decir. Los tiempos cambian y ellos dirán.
Lo que sí parece es que éstos, han reservado unas funciones a los dedos, bien distintas a las de aquél viejo chiste.
El que hace años contaba cómo un padre, de familia humilde y acento cerrado, explicaba a su hijo el nombre y cometido de cada dedo… (Continuará)
Gracias a los estudiosos de la antropología sabemos que nuestros antepasados carecían de dedo pulgar.
Que de hecho, éste no lleva con nosotros más de tres millones y medio de años. En concreto desde el “australopitecus afarensis”, para más exactitud.
Y que su historia se inició, unos pocos miles de años después de que descendiéramos de las ramas de los árboles.
Cuando aprendimos a comer granos y semillas. Un novedoso tipo de alimentación que a la larga, nos condicionó la postura erguida, los dientes y la estructura de las manos.
Unas manos homínidas, con un dedo pulgar oponible que funciona como una sensible pinza. Una característica, ésta de la oposición, que lo convierte en su elemento más importante.
Porque han de saber que son las manos, las que nos han permitido ser la única especie capaz de dominar la materia, aplicando la inteligencia.
Sólo el hombre puede pensar la rueda y después hacerla. Sólo él tiene esas manos, capaces de manufacturar con tal precisión. El dedo pulgar es el dedo de la civilización.
Los dedos que mueven la especie
Sin embargo, el desarrollo y evolución del pulgar no es el único ligado a la civilización. Los de los otros dedos también han influido. Y es que no siempre, nuestros dedos, han tenido la morfología y el número de huesos que tienen en la actualidad.Así, el pulgar del “afarensis” era más estrecho que el nuestro actual y tenía un hueso menos.
Algo semejante se puede decir del resto de los dedos. Tampoco tenían la morfología de hoy.
Se han ido adaptando a las nuevas tareas en un proceso de evolución lento. Muy lento pues, al parecer, seguimos teniendo la misma mano que en el siglo XII. Ya más de ocho (8) siglos.
Aunque se están observando, de nuevo, cambios. Por ejemplo, en el dedo meñique. Cada vez son más las personas que nacen con menos tendones y músculos en él.
Un estudio revela que un 20% de los humanos no pueden ya flexionar, de forma completa, este dedo. La razón es que han nacido ya sin el flexor superficial.
Al no tener funciones específicas, tiende a desaparecer. Ya saben que la función hace al órgano. O al menos en parte. Lo cierto es que, todo apunta a que el dedo meñique tiene los siglos contados.
Generación pulgar
Pero lo más importante es que, así al menos lo parece, nos encontramos ante otro paso evolutivo. Ahora del dedo pulgar.Recientes estudios evidencian que la mayoría de los jóvenes empiezan a mostrar en sus pulgares una mayor musculatura y habilidad. La causa. El uso continuado de teléfonos móviles y videoconsolas.
De nuevo la función y el órgano. Seguro que usted se ha fijado y le ha llamado la atención.
Es sorprendente la destreza y rapidez, con la que teclean en videoconsolas y móviles. Y además con los dos pulgares. Son ambidextros.
Constituyen la que se conoce como la generación pulgar.
Mientras que los menos asiduos a esta tecnología usamos varios dedos para pulsar las teclas, los jóvenes utilizan ambos pulgares y sin apenas mirar el teclado.
Sus movimientos son mínimos. Sólo presionan con los pulgares, en vez de teclear con el resto de los dedos.
Tal habilidad tienen ya con ellos, que lo utilizan también para señalar y tocar el timbre. Como si fueran el índice. Una nueva aplicación del pulgar que refuerza su papel, como viene haciendo en los últimos tres millones y medio de años.
Por lo visto, en Japón, a estos jóvenes se les denominan “oya yubi sedai”, la tribu del pulgar. En Alemania son conocidos como “handygeneration”, la generación del handy que es como allí llaman al móvil.
Tengo entendido que en España atienden al nombre de “generación politono” .
Pulgar y paginal
Pero no se alarmen. No es que se vayan a producir extrañas mutaciones, ni en este siglo ni en el siguiente, por culpa de videoconsolas y móviles.Aunque, debido a la gran plasticidad de estos huesos, los cambios funcionales de los dedos sí podrían ocurrir en períodos de tiempo muy cortos, incluso en una década.
Sin olvidar que, además, con sólo pulgar e índice podríamos realizar gran parte de las actividades de hoy en día, como coger un bolígrafo, escribir en el ordenador, manejar un cubierto, un teléfono, o el volante.
Es decir. Los tiempos cambian y ellos dirán.
Lo que sí parece es que éstos, han reservado unas funciones a los dedos, bien distintas a las de aquél viejo chiste.
El que hace años contaba cómo un padre, de familia humilde y acento cerrado, explicaba a su hijo el nombre y cometido de cada dedo… (Continuará)
Gracias por compartir el conocimiento, la única arma que, acaso, tiene la oportunidad de hacernos libres.
ResponderEliminarSaludos desde México.
Gracias a usted, por sus palabras que comparto.
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